Juan Carlos Girauta-ABC

  • Una cosa son las ideas y otra el poder, y eso lo tiene clarísimo cualquiera que pertenezca al aparato del PSC, máquina de poder por excelencia

Te resultará imposible entender la lógica de un Illa cualquiera si nunca has estado en el lado salvaje. Allí donde florece la superioridad moral y se hinchan las ranas. Allí donde se descartan los hechos que no sirven al relato. Como en todos sitios, dirán, ¿o acaso hay alguien libre del sesgo de confirmación? Ahí vamos.

La naturaleza humana trabaja en todo momento -sueño y vigilia, dolor y placer, indiferencia, éxtasis, aburrimiento, inspiración- para someternos a los más variados sesgos y, ya puesta, a todo el resto de variedades de la simplificación de lo complejo. Es un defecto de serie solo aparente, pues sin la capacidad para no ver casi nada de lo que nos rodea seríamos una especie inviable.

Con todo, uno puede saberlo y esforzarse por domar sus sesgos. O bien puede revolcarse en ellos. Es lo que aquí llamaremos el lado salvaje, el sitio donde mora, fíjate, la gente de progreso, encantada de conocerse, arrebolada de sentirse tan buena. Aunque ellos dirían ‘tan solidaria’, y se referirían a clasificar las basuras, comprar ropa sostenible y cosas así.

Una vez uno ha comunicado que está en el lado correcto -o sea, el salvaje-, ya está todo hecho, pues la adscripción es puramente declarativa. Nótese que en entornos especialmente estúpidos, como en la Cataluña de la larga etapa nacionalista, la ideología se presupone, ofreciéndonos un ejemplo de adscripción todavía más fácil. Así, si eres nacionalista y solidario (?), en Cataluña solo tendrás que aclarar lo segundo. Lo primero te lo reconocen por defecto, como el ‘Don’ al que tendríamos derecho todos los españoles.

Pues Illa es un catalán a quien no le gusta mucho el nacionalismo, lo cual indica alguna forma de inteligencia embrionaria, aunque tampoco hay que echar las campanas al vuelo porque no dudaría un segundo en gobernar con ERC. Que una cosa son las ideas y otra el poder, y eso lo tiene clarísimo cualquiera que pertenezca al aparato del PSC, máquina de poder por excelencia.

En la lógica de Illa, es normal intervenir en la campaña de Ayuso, la mejor gestora de la pandemia y sus consecuencias, y ponerla a parir desde la autoridad que le da haber sido el peor ministro de Sanidad de Europa. ¿Por qué? Ya lo dije, no entenderán la lógica si no se han dado un paseo por el lado salvaje, en plan Lou Reed.

El lado salvaje es aquel en que uno se rinde a la naturaleza humana al tiempo que decide no consagrar un minuto a conocerla. Es una de las grandes paradojas contemporáneas que esta moneda -en el reverso todos los vicios cognitivos, el anverso liso representando el desconocimiento de lo humano- sea la que han comprado (y la que ha comprado a) los sedicentes herederos de la Ilustración.

Parlotean sentimentales, inflamados. Se conducen como si les asistiera algún mérito, persuadidos de que les avalan sus buenas intenciones, sin que consideren necesario presentar logro alguno que los justifique.