Empiezo a pensar que estoy algo mayor para este oficio. Yo siempre había creído que para rellenar los periódicos era muy conveniente saber escribir, pero que con carácter previo, era imprescindible saber leer. Esto ya no se da. Las redes sociales han llenado el espacio público de analfabetos, descarados ma non troppo, que pierden el respeto a las personas, a las palabras y a los hechos en plan vergonzante, ocultos tras un pseudónimo. Siempre sustenté que los insultos tenían que proferirse sin capucha y que solo podían redimirse mediante el ingenio. Por eso me parece más grave que esto se haga con desprecio a los hechos en las columnas de los periódicos. Por ejemplo, en El Mundo y El País.
Está el caso de un vecino de páginas que compartimos. Se llama Antonio Lucas y lo leo con un alto de grado de acuerdo cuando trata asuntos culturales. Ayer mismo escribía una pieza sobre el centenario de Truman Capote que no estaba mal. No puedo decir lo mismo cuando hace análisis políticos. Bueno, pues él ha contado así la comparecencia de Ayuso a propósito del 8-M: “Como se trata de enredar para que el circo continúe, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, propone (sic) el mismo 8-M que alguien decrete un ‘Día del Hombre’”. Y esto que él considera una propuesta de Díaz Ayuso, le vale para encasquetar a la presidenta madrileña los calificativos de “antigua, rasante, fueracacho y desmadejada”, para concluir que le parece interesante un libro de Victoria Kent, ‘De Madrid a New York’, prueba de que este país ha progresado. A mejor. Y lo que está por venir: Día del Hombre, dice. Manda huevos”. Hombre Antonio, para entender que el país ha progresado desde la Segunda República no hace falta leer a Victoria Kent. Basta recordar con qué determinación se opuso doña Victoria en 1931 al voto de las mujeres y a su impulsora, la gran Clara Campoamor.
Lo que Ayuso hizo en su discurso sobre el 8-M fue comparar todos los aspectos de la vida en los que los hombres son más víctimas que las mujeres: mayor índice de suicidios, mayor abandono escolar, mayor número de víctimas de asesinatos, de accidentes laborales, de accidentes de tráfico, de soldados víctimas de las guerras y en este plan. A continuación dijo, expresión textual: “No sé cuándo es el Día del Hombre para hablar de todo esto, yo creo que no hace falta y que lo valioso es trabajar todos los días, no para compensar las estadísticas e igualarnos todos ahí, sino para que haya menos hombres y mujeres que sean víctimas”. ¿Esto es proponer la creación de un día del hombre? Eso sí que manda huevos, pero de avestruz.
Incurría también mi antaño admirada Elvira Lindo, que cultiva la fobia contra Ayuso como una patología. Recuerdo haberle afeado la que seguramente es la columna más desdichada de su carrera, ‘Menú venezolano’, publicada el 3 de mayo de 2020. En ella reprochaba a la presidenta madrileña haber plantado al presidente del Gobierno para ir a misa. El hecho era que en una reunión de Sánchez con los presidentes autonómicos, Isabel Díaz Ayuso pidió intervenir la primera porque tenía que asistir en La Almudena a una misa oficiada por el arzobispo Osoro en homenaje a las víctimas del Covid. Ahora ha vuelto para calificar de ‘grotesco’ un discurso que a mí me parece ejemplar y tras reproducir el argumento de Ayuso sobre las desgracias en las que los hombres son más víctimas que las mujeres, escribe: “Siendo esta la ¿realidad, concluyó, ¿por qué no un Día del Hombre?” Mi pobre Elvira manipula la cita que en realidad era: “No sé cuándo es el Día del Hombre para hablar de todo esto, yo creo que no hace falta”. El Huffington Post se lo traga entero.
Algo debe de tener muy personal contra la presidenta madrileña, porque en abril de 2021, en la campaña electoral de las elecciones del 4 de mayo, encabezó un manifiesto titulado ‘Ahora sí’, en el que se decían cosas como la que sigue: “Esta vez sí es posible conseguir que la derecha, y la ultraderecha, salgan del poder en la Comunidad de Madrid después de 26 infernales años de atentados contra los derechos y la dignidad de la mayoría ciudadana”. Había que votar ‘izquierda progresista’ para “cortar en seco el avance del fascismo en nuestro país”.
Los hechos: la derecha y la ultraderecha gobernantes desde 2019 eran el PP y Ciudadanos, con el apoyo exterior de Vox. Ayuso presidía el Gobierno autonómico. El PP tenía 30 escaños y el PSOE 37. El llamamiento al voto de la izquierda progresista que encabezaba Lindo no debió de tener mucho éxito porque el PP pasó de 30 a 67 escaños y el PSOE bajó de 37 a 24 en las elecciones del 4 de mayo de 2021. Pues sí que manda huevos. En lugar de dos pon tres, uno de ellos de oca, que dirían los Marx. Isabel, prenda, pero qué les das…