Editorial, EL CORREO, 16/9/12
La Secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, atinó al condenar simultáneamente el execrable video que denigra a Mahoma y la violencia islamista, con muertos y heridos, de las manifestaciones anti-norteamericanas en unos 30 países musulmanes. La sedicente película es un torpe panfleto y los ataques contra funcionarios norteamericanos, un error. Está claro ya que una iniciativa conjunta de egipcios coptos instalados en EE UU y elementos de ultraderecha xenófoba local fabricó el odioso producto. Pero, salvo que alguien les demande, solo es posible hacer lo hecho: interrogarlos y examinar si se ha cometido algún delito. El resto está protegido por la libertad de información. Lo sucedido a renglón seguido no permite un juicio general porque en algunos estados sus autoridades han guardado con éxito las embajadas norteamericanas, disparando incluso contra sus conciudadanos, y en otras se advirtió más lenidad. Los grupos minoritarios radicales explotan la situación y hacen un pésimo servicio al islamismo político que ha mostrado su fuerza en las elecciones celebradas tras la primavera árabe.
Editorial, EL CORREO, 16/9/12