XABIER GURRUTXAGA, EL CORREO 22/02/13
· La izquierda abertzale celebra mañana su primer congreso constituyente bajo la forma del partido político Sortu. Se ha visto obligada por exigencias externas y necesidades internas a dar un paso importante y establecer cuando menos una ruptura formal con los modelos organizativos y con las formas de funcionamiento del pasado. Es cierto que no es la primera formación legal de la izquierda abertzale, pues ya conocimos las marcas de Herri Batasuna y Batasuna, aunque desconozco si efectuaron actos constituyentes. Pero también es cierto que con Sortu es la primera ocasión en que la izquierda abertzale celebra su congreso sin subordinaciones ni servidumbres respecto a estrategias ajenas, concretamente de ETA.
Bienvenido sea en ese sentido el proceso constituyente de Sortu, pues la política vasca gana un agente que va a poder actuar con más libertad que la que disponía antaño. Libertad para formular sus propuestas, elegir a sus aliados y negociar con sus adversarios políticos, sin que nadie ajeno ejerza una función de control y tutela. La afirmación anterior no es un juicio de valor de quien suscribe estas líneas, aunque la comparta, sino que está recogida con claridad en sus estatutos, donde se subraya la idea de ruptura que representa el nuevo proyecto político y organizativo con los modelos organizativos y formas de funcionamiento de los que se ha dotado la izquierda abertzale en el pasado y, por tanto, ruptura también con los vínculos de dependencia a que aquéllos daban lugar.
En los estatutos se establece con claridad meridiana que la ruptura con los modelos del pasado tiene como objetivo «impedir su instrumentalización por organizaciones que practiquen la violencia, o por partidos políticos que fueron ilegalizados y disueltos por razón de su connivencia con ella». Me parece muy saludable este ejercicio de reconocimiento de la realidad por parte de los promotores reales de la ‘nueva izquierda abertzale’, que recogen en los estatutos esta idea de ruptura con el modelo anterior. Sin embargo, mucho me temo que no han sentido aún la necesidad de profundizar en este ejercicio rupturista y aplicarlo también al proyecto político que durante más de treinta años ha representado la izquierda abertzale.
En las ponencias presentadas se observa que las ideas rupturistas respecto al pasado se recogen sólo en los estatutos, pero no en los textos que analizan lo que fue y debe ser la estrategia y la línea política. El nuevo proyecto basado en la utilización exclusiva de los métodos civiles y democráticos, no se explica como una ruptura con la estrategia político-militar defendida por el binomio ETA-izquierda abertzale durante casi cuatro décadas. Al contrario, la nueva propuesta se fundamenta como resultado cuasi natural del proceso evolutivo de la izquierda abertzale, como si la estrategia anterior basada en la combinación de la lucha armada con la política, fuese una fase indispensable de ese proceso.
No hay ninguna referencia autocrítica de lo que ha representado esta estrategia. Sencillamente, se nos dice que la izquierda abertzale «toma la decisión histórica de dar por superada la estrategia políticomilitar desarrollada durante 53 años, poniendo en marcha una estrategia exclusivamente política, basada en la lucha de confrontación democrática y pacífica». Sin embargo, no explica las razones por las que quedó superada aquella estrategia que durante tanto tiempo defendió. Convendría que la izquierda abertzale explicara su decisión sobre el final de la lucha armada poniendo sobre la mesa las verdaderas razones. No es bueno que se engañe a sí misma. Cuando transcurran unos años se darán cuenta de lo acertado de la decisión actual y del grave error que supuso no haberla adoptado hace treinta años.
XABIER GURRUTXAGA, EL CORREO 22/02/13