Entrevista a JAVIER RUPEREZ – por Paula Fernández Bobadilla – 19/09/15
· Pensar que una Cataluña independiente, fuera de las grandes agrupaciones políticas, económicas y defensivas del mundo, va a poder mejorar su situación fuera de España es algo incomprensible para cualquiera que se tenga por practicante adulto de la racionalidad.
1. ¿España roba a los catalanes más de lo que roba al resto de los españoles? ¿Debe tener límites la solidaridad de los catalanes con el resto de los españoles?
Esa es una truculencia secesionista, inverosímil y falsa. España no roba a ninguna autonomía. Sería tanto como robarse a sí misma. Los procesos de ajuste en la fiscalidad son resultado de las decisiones tomadas por los órganos de representación popular, el Congreso y el Gobierno, en donde tienen voz y voto los representantes de todas las regiones, incluida Cataluña. Que, por cierto, ha recibido en los últimos cuatro años 49.300 millones de euros del Estado, además de 8.000millones de euros anuales provenientes del Fondo de Liquidación Autonómica. Los nacionalistas, que han gobernado Cataluña casi ininterrumpidamente desde la época de la transición –los socialistas que lo han hecho bajo Maragall y Montilla fueron simples versiones acomplejadas del mismo nacionalismo- han conseguido situar la deuda acumulada por la Generalitat en 67.476 millones de euros, la autonomía mas endeudada de España en términos absolutos y relativos. Sus bonos hoy tienen la consideración de basura.
Si Cataluña o cualquier otra región española pudieran considerar que su trato fiscal es injusto cauces existen en el ordenamiento político y jurídico español para discutirlo. Aunque la impresión predominante es que si de robar a los catalanes se trata, nadie lo ha hecho mejor y más sistemáticamente que los propios nacionalistas catalanes. Las revelaciones judiciales de los últimos tiempos sitúan a la Cataluña gobernada por los nacionalistas/secesionistas en el primer lugar del ranking de la corrupción española.
2. ¿Es viable social, política, cultural y económicamente una Cataluña independiente?
El concepto de la viabilidad es siempre un término abstracto. Con los datos empíricos en la mano, y vistos los comportamientos de los secesionistas y sus aliados, una Cataluña independiente se parecería mucho a un estado fallido, alimentado por los mitos totalitarios de la identidad, sometido a la homogeneidad del clan dominante, incapaz de generar empatía en la ciudadanía diversa que es la suya, aislado internacionalmente y en lucha permanente contra el “enemigo exterior”. La viabilidad contemporánea está hecha del respeto a la diversidad, de la inclusión en grandes ámbitos de decisión, del adecuado entendimiento de la globalidad, de la búsqueda de las antiguas y nuevas sinergias. Los secesionistas catalanes están permanentemente en cruzada contra todo ello. En realidad son patéticamente antiguos. Están preconizando el viaje a ninguna parte. Eso es lo contrario a cualquier viabilidad que se tenga mínimamente por racional.
3. ¿Es viable social, política, cultural y económicamente una España sin Cataluña?
Esta pregunta está siempre calculada para que el interrogado cante las excelencias de Cataluña y casi acabe recitando en lengua vernácula las estrofas de Mosén Jacinto Verdaguer. Por mi lado, convencido como estoy de que Cataluña seguirá siendo parte de España y que consiguientemente esta pregunta tiene mucho de retórico, diría lo evidente: que España mutilada de una de sus partes sería otra España, desvinculada de su historia, reducida en su tamaño, privada de un elemento importante de su diversidad. En cualquier caso, y llegando al extremo de lo imposible, España es más viable sin Cataluña que Cataluña sin España. En donde no debemos caer es en la tentación de cantar indefinidamente las excelencias catalanas con el loable propósito de reducir el ímpetu separatista. Es un argumento que a los secesionistas les resbala y a los que no lo son les puede crear la falsa tentación de creer que como Cataluña no hay nada en el mundo. España está hecha de todas sus partes y como diría el clásico “nadie es mejor que nadie”.
4. ¿A usted le importaría que el idioma catalán desapareciera? ¿Por qué?
Claro que me importaría. Es la forma prioritaria de expresión de un significativo conjunto de españoles que o bien por tradición familiar o bien por adquisición reciente lo tienen como sistema de comunicación preferente o secundario en una sociedad habitualmente bilingüe. Cualquier lengua y la cultura que con ella vive es una forma admirable de la diversidad humana y consiguientemente su desaparición un empobrecimiento de la misma. Pero no parece que la lengua catalana, nunca mejor atendida desde que la Constitución española fuera aprobada en 1978, con el masivo asentimiento de los catalanes, dicho sea de paso, tenga visos de desaparecer. Más bien todo lo contrario. El problema más bien lo tenemos con la subsistencia del español/castellano en la educación catalana, gravemente puesta en peligro por el sectarismo con que la administración nacionalista catalana ha venido manejando el tema lingüístico. Yo me atengo estrictamente a lo que razonablemente predica la Constitución española:
“Artículo 3.
1. El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla.
2. Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos.
3. La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección.”
5. ¿Y si el que desapareciera fuera el idioma español?
Suposición harto improbable. Cuando en el mundo son ya 500 millones las personas que lo hablan y cuando en la práctica se ha convertido ya en el segundo idioma mundial por su extensión y capacidad comunicativa, la posibilidad de contemplar la desaparición del español es hoy un dato ajeno a la realidad. Basta con observar su crecimiento en los Estados Unidos de America: son ya 50 millones de sus ciudadanos los que hablan español. Y aceleradamente van a más: las previsiones indican que en el año 2050 esa cifra se habrá multiplicado por dos.
6. ¿Y por qué no debería permitirse que los catalanes se independizaran si así lo desean mayoritariamente?
España es un Estado de Derecho en cuya cúspide política y legislativa se encuentra la Constitución de 1978. El párrafo 2 de su artículo 1 establece: “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”. El articulo 2 afirma:” La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”. Es evidente que la independencia de Cataluña o de cualquier otra parte de España necesitaría de una radical reforma del texto constitucional, tanto para alterar el sujeto de la decisión –los catalanes en vez de todos los españoles- como para considerar soluble la “indisoluble unidad de la nación española”.
El procedimiento de reforma constitucional que se aplicaría en este caso está contemplado en el Articulo 168 de la Constitución, que dice:
“1. Cuando se propusiere la revisión total de la Constitución o una parcial que afecte al Título preliminar, al Capítulo segundo, Sección primera del Título I, o al Título II, se procederá a la aprobación del principio por mayoría de dos tercios de cada Cámara, y a la disolución inmediata de las Cortes.
2. Las Cámaras elegidas deberán ratificar la decisión y proceder al estudio del nuevo texto constitucional, que deberá ser aprobado por mayoría de dos tercios de ambas Cámaras.
3. Aprobada la reforma por las Cortes Generales, será sometida a referéndum para su ratificación.”
Se me dirá que el procedimiento es complicado y dirigido a evitar la secesión. Evidente. Así lo contemplan todas las constituciones democráticas, empezando por la de la Republica Federal de Alemania y acabando por la de los Estados Unidos de América. Lo que pretenden los secesionistas catalanes es violar la ley –y lo vienen haciendo sistemáticamente desde hace ya algún tiempo, ante la pasiva benevolencia de los gobiernos españoles- pensando que sus ensoñaciones se pueden conseguir con algaradas callejeras. Y sabiendo que en el momento de la verdad no cuentan con las mayorías necesarias para sus propósitos. Por supuesto en el resto de España. Pero tampoco en Cataluña. Por eso la búsqueda desesperada de atajos.
La manifestación suprema de la civilización se encuentra en el respeto a la ley. El separatismo catalán, con mucho más de lo primero que de lo segundo, no está en ello. Y ha llegado a creer que la ruptura de las integridades territoriales de los estados es cuestión baladí, dictada únicamente por el empecinamiento identitario de unos cuantos. Es un insulto a la inteligencia y a la democracia.
Pero, en fin, si quieren la independencia, tienen un procedimiento para buscarla: el que marca el Articulo 168 de la Constitución Española de 1978. Que, una vez más cabe recordarlo, recibió el apoyo masivo del pueblo catalán.
7. ¿A usted le gusta España? Suponiendo que se le permitiera vivir con su mismo nivel de vida actual en cualquier país del mundo, ¿escogería España?
Claro que me gusta España. Soy español, nací en Madrid, mis principales elementos de referencias personales y culturales son españolas, por España he trabajado, servido y en un sentido literal arriesgado mi vida. También soy un ciudadano del mundo, que por gusto y dedicación profesional, y por circunstancias familiares, ha vivido tiempo fuera de España. Pero, como Neruda, llevo a “España en el corazón”, aunque, como a Unamuno, “me duele España”. Y desde luego aprovecho y aprovecharé cualquier ocasión que se me ofrezca para volver al país al que pertenezco y en cuya tierra me gustaría descansar definitivamente. Y haré todo lo posible en lo que me queda de vida para conseguir que los españoles puedan gozar de todo su país y de sus compatriotas sin miedos a imposiciones identitarias, exclusivistas, raciales o ideológicas. Justamente lo contrario de lo que están intentando conseguir los secesionistas catalanes.
8. ¿Por qué debería creerme que en una Cataluña independiente se respetarían los derechos de los españoles si en la Cataluña dependiente se ha multado a comerciantes por rotular su negocio en español?
Buena pregunta, que arroja una cruda luz sobre la que cabria esperar de una Cataluña gobernada por el secesionismo. Lo de las multas es una grosera violación de la libertad de expresión, de la libertad de comercio y de toda libertad personal. Y revela, mejor que otras muchas cosas, un talante totalitario insoportable. Que se ha producido todavía en el marco de una España unida. ¿Cuál es el destino que aguardaría a los comerciantes que decidieran utilizar el español en una Cataluña independiente? Como para salir corriendo.
9. ¿Es España algo más que un ente administrativo puramente instrumental? ¿Qué, en concreto? ¿Lo es Cataluña?
España es uno de los datos imprescindibles en cualquier narración que se haga de la historia universal. Su impronta civilizadora, cultural y lingüística es sin duda alguna una de las más importantes realizadas por ninguna otra nación desde la Edad Antigua. Y por supuesto rebasa lo puramente administrativo para encarnar un conjunto emocional y racional de ideas y de sentimientos en donde confluye su antigua unidad y su no menos antigua diversidad. Cataluña es parte de esa España diversa desde el principio de la historia común y lo ha sido y lo sigue siendo con un fuerte componente de individualidad cultural y popular.
10. Los catalanes quieren emigrar de España pero sin moverse del sitio y sin soportar ninguna de las incomodidades asociadas a una ruptura traumática con su país actual. Rebátalo.
No son los catalanes los que quieren tal cosa, sino los secesionistas catalanes. Es tal la intoxicación nacionalista que acabamos tomando injustamente la parte por el todo. Y la estricta verdad es que en ello, como en todo lo que dicen, los partidarios de la independencia se han inventado un mundo que no existe: la ruptura de la integridad territorial de un Estado supone un trauma de difícil cicatrización para unos y para otros cuando no existe necesidad racional o demanda popular para hacerlo y que conduce al aislamiento y al ostracismo internacionales. Una Cataluña independiente no estaría en la ONU, ni en la UE, ni en la OTAN, ni en el FMI, ni el Banco Mundial, no tendría la cobertura del Banco Central Europeo, vería radicalmente reducida su capacidad de financiación y encontraría enormes reticencias a su reconocimiento internacional: nadie en sus cabales quiere oír hablar de la alteración de las fronteras y menos de premiar a los que la practican. Cataluña se convertiría en un símbolo mal venido de la inestabilidad internacional. ¿Es eso lo que quieren los catalanes?
11. ¿En qué cambiaría su vida si Cataluña se independizara? ¿Adoptaría algún tipo de decisión personal (por ejemplo mudarse o boicotear los productos catalanes o españoles)?
Ha sido la inquina secesionista la que con su brutal sectarismo, ha impulsado en los demás una cierta generalización de malos sentimientos, en muchas ocasiones traducidos en el boicot de los productos catalanes. No seré yo el que lo practique pero es inevitable en el ambiente de malsana emocionalidad creado por los separatistas, como ya han tenido ocasión de observar muchas empresas catalanas. No tengo intereses directos en Cataluña y no tengo allí mi residencia, pero ciertamente no entraría dentro de mis planes establecerme en un lugar donde no pudiera educar a mis hijos en español, en el que el único credo practicable fuera el nacionalista y en donde consiguientemente mi libertad de expresión se viera radicalmente coartada por el pensamiento y el mando oficiales. Es esa una experiencia ya desgraciadamente sentida y narrada por individuos y corporaciones, cuando la independencia no es más que el (mal) sueño de la noche de un verano en la mente de unos cuantos iluminados. ¿Cuál no sería la situación en el caso de producirse la secesión?
12. ¿Qué diferencia hay entre un nacionalista y un patriota?
El nacionalista predica la superioridad de su nación/grupo/raza/clan con respecto a los demás mientras que el patriota siente profundamente la ligazón con su gente pero no de manera exclusiva o militante. El nacionalista preconiza la guerra. El patriota opta siempre por la paz. Lo dijo muy bien De Gaulle:”El patriotismo es amar al país de uno; el nacionalismo es odiar al país de los demás”.
13. Los que por inmovilismo se opusieron en su momento a la Constitución se han convertido ahora en sus principales defensores, también por inmovilismo. Rebátalo.
Habría que ver quiénes eran aquellos y quienes son ahora estos. No parece que se pueda establecer una equiparación exacta. Esa es en cualquier caso una afirmación torticera, comparable a otros cambios de humor y perspectiva: los que formaron parte de la ponencia constitucional y ahora están a favor de la independencia; los que dijeron “OTAN de entrada NO” y luego dijeron “OTAN en el interés de España”; los que apoyaban en el Congreso de los Diputados a los gobiernos españoles mientras en Cataluña alentaban deslealmente el sentimiento secesionista; los que por todos los medios ensalzaban a la madre Cataluña para inmediatamente pasar la gorra y recibir el 3%. Y en cualquier caso cualquiera es bienvenido a la Constitución de 1978, la que mejor ha consagrado a la largo de la historia de España la unidad en la diversidad y en la libertad de todos los españoles. Incluyendo naturalmente a los catalanes. Todo lo demás es (mala) poesía.
14. ¿Qué argumento contrario a su punto de vista sobre la independencia se ve incapaz de refutar racionalmente?
Ninguno. Todos están basados en falsedades. El problema es justamente ese: la independencia no es una propuesta racional sino una elaboración sentimental, en algunos casos originada en melopeas populistas y en otros casos alentada por intereses inconfesables de dominación y poder. Los secesionistas catalanes, en todos sus matices, lo demuestran ampliamente.
15. ¿Por qué provoca más rechazo la renuncia de una persona a una convención administrativa (la nacionalidad) que la renuncia de esa misma persona a su realidad biológica (su sexo)?
Me parece que son planos completamente distintos. Nunca se me hubiera ocurrido ponerlos en la misma dimensión. En cualquier caso, y por lo que a mí respecta, ambos merecen el mismo respeto por tratarse de decisiones personales e intransferibles. Cada cual es cada cual.
16. En el hipotético caso de que el gobierno de la Generalitat declarara la independencia, ¿cómo cree que debería responder el Gobierno Central? Sea concreto.
El vigente Código Penal, en su artículo 506, establece que “la autoridad o funcionario público que, careciendo de atribuciones para ello, dictare una disposición general o suspendiere su ejecución, será castigado con la pena de prisión de uno a tres años, multa de seis a doce meses e inhabilitación especial para empleo o cargo público por tiempo de seis a doce años”.
Podría también ser de aplicación el artículo 510 del mismo Código Penal, en el que se establece que” serán castigados con una pena de prisión de uno a cuatro años y multa de seis a doce meses, quienes públicamente fomenten, promuevan o inciten directa o indirectamente al odio, hostilidad, discriminación o violencia contra un grupo, una parte del mismo o contra una persona determinada por razón de su pertenencia a aquél, por motivos racistas, antisemitas u otros referentes a la ideología, religión o creencias, situación familiar, la pertenencia de sus miembros a una etnia, raza o nación, su origen nacional, su sexo, orientación o identidad sexual, por razones de género, enfermedad o discapacidad.”
Y por supuesto el Gobierno no tendría más remedio que reclamar la aplicación del artículo 155 de la Constitución, cuya puesta en funcionamiento hubiera debido tener lugar ya hace tiempo, y cuyo texto dice:
«1. Si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general.
2. Para la ejecución de las medidas previstas en el apartado anterior, el Gobierno podrá dar instrucciones a todas las autoridades de las Comunidades Autónomas ”.
17. ¿En qué se diferencia un español de un catalán?
El catalán es un español que habla catalán. En todo lo demás no hay ninguna diferencia.
18. ¿Pueden los catalanes tomar de forma autónoma una decisión que afecte de forma sensible al resto de los españoles? ¿Por qué?
Evidentemente no. Está suficientemente explicado en la Constitución española.
19. ¿La de 1714 fue una guerra de sucesión o de secesión? ¿Y por qué debería importarnos en 2015?
De Sucesión, evidentemente. Mal que les pese a los separatistas, aquello fue una pelea dinástica, en la que los dos bandos opuestos apoyaban distintas opciones sucesorias pero ambas con la vista puesta en España. Las declaraciones de amor a España de Rafael Casanova, el ahora héroe del secesionismo catalán, así lo demuestran. Desde luego poca trascendencia tendría el hecho, como tampoco lo tiene la evocación de los Comuneros castellanos, sino fuera por la necesidad del separatismo catalán, en eso parecido a tantos otros nacionalismos, de elaborar su propia mitología identitaria.
20. ¿Son los problemas de los catalanes diferentes a los del resto de los españoles? ¿Solucionaría la independencia alguna de esos problemas?
Produce sonrojo tener que contestar negativamente a esta pregunta: tenemos en efecto los mismos problemas y haremos bien en buscar juntos las mismas soluciones. Cualquier otra respuesta no tiene otro fundamento que el que se encuentra en la interesada falsificación secesionista de las cosas y de los hechos. Pensar que una Cataluña independiente, fuera de las grandes agrupaciones políticas, económicas y defensivas del mundo, va a poder mejorar su situación fuera de España es algo incomprensible para cualquiera que se tenga por practicante adulto de la racionalidad. Pero claro no es la razón lo que buscan los nacionalismos. Su trasfondo, al final de la historia, no es otro que el de una locura inducida por el afán tribal de dominación. Como escribiera el diplomático americano Dan Fried al describir la situación en los Balcanes de Milosevic,” el nacionalismo es como un alcohol barato. Primero te emborracha, luego te ciega y al final te mata”. Por no traer a la memoria la sarcástica observación de Albert Einstein:”El nacionalismo es una enfermedad infantil. Es el sarampión de la humanidad”. ¿Aprenderán?
Entrevista a JAVIER RUPEREZ – de Paula Fernández Bobadilla – 19/09/15