EL MUNDO 03/05/13
MANUEL JABOIS
Una concursante de GranHermano, un programa muerto no a pesar de la audiencia sino gracias a ella, y cuanta más mejor para que su entierro sea más largo, ha dicho que acudió a una manifestación para pedir la vuelta de ETA y acto seguido, naturalmente, aclaró que era una broma. La reacción en la casa fue de risas discretas y algún reproche de «jo, tía». Fuera se pidió su expulsión inmediata del concurso por respeto a las víctimas. Ningún respeto mayor a las víctimas que ETA salga de editoriales sesudos y estudios antropológicos y se meta en Guadalix de la Sierra. Hemos esperado 15 años a que un reality haga justicia a su nombre y cuando por fin lo hace se pide la dimisión de la chica. Urge una reposición de ConfianzaCiega y los tics de Carolina entregada a Francine Gálvez (Francine éramos todos). «¿Quién es esa tía?», gritaba señalando a la loba del programa que merodeaba a su novio. «¿Qué más da, Carolina?», le decía la negra: «Esa loba es tu mejor amiga. La metáfora, más bien».
«Ahí está ETA: provocando nominaciones en ‘Gran Hermano’»
Aquella banda sonora temible era en sí misma una promesa de infidelidad y Caro se iba entre lágrimas («jo, tía») a que le acariciase los pechos un argentino. Pues ahí está ETA: provocando nominaciones. «¿A ti por qué te echaron, porque no lavabas la loza?» «No, yo es que pedí que volviese ETA». A mí me parece el escenario ideal de la paz. Un epílogo estupendo para sepultar tantos años de horror: empezaron con Juaristi y acabaron en la sala de confesiones de GranHermano. La revolución no era el marxismo sino que ganase Dayron. Se contextualizan de esta forma los terroristas, prestigiados antiguamente como si pegar tiros por la espalda necesitase de bagaje intelectual: chonis con pistola legitimados entre risas en un reality cuyas acciones militares se reducen al edredoning. Deberían de entregar las armas llamando al teléfono de aludidos.