José Antonio Zarzalejos, EL CONFIDENCIAL, 31/10/12
Acaba de publicarse en castellano el último libro de Jordi Pujol, bajo el título, muy sugestivo, de “El caminante frente al desfiladero. Cuando todo es difícil. Y necesario”. Se trata de una recopilación de conferencias e intervenciones del expresidente de la Generalidad de Cataluña, muchos de ellos ante auditorios no catalanes (de Madrid, de Castilla y León) y otros textos con sus reflexiones sobre la cuestión catalana. Después de leer sus memorias, este libro de Pujol resulta una aportación de interés por una razón que sobrevuela en el prólogo (“Historia de un largo camino”), muy sentido y sincero: Jordi Pujol explica la rectificación de su trayectoria de nacionalista no independentista hacia el terreno del secesionismo que defiende el partido que él fundo, CDC. Y lo explica expresando una cierta amargura por el “proyecto malogrado”, una sensación de frustración por lo que él entiende “derribo de los puentes” que atribuye a Sefarad, denominación sinónima de España.
A diferencia de los actuales dirigentes catalanes de CiU, Jordi Pujol relata en su libro su inmersión castellana, demostrando conocer España más allá del Ebro, su afán de solidaridad que tiene una raíz profundamente religiosa, católica, su conmiseración ante la pobreza extrema de los naturales de Andalucía, Extremadura y Murcia que acudían a Cataluña en busca de una vida mejor en los años cincuenta y sesenta y sus propósitos y esfuerzos por la construcción de un sistema de convivencia eficaz. El expresidente de la Generalidad -estuvo en el cargo nada menos que 23 años- constata que “el concepto de solidaridad ha sido en gran parte pervertido” y que “CiU y el nacionalismo catalán han prestado un gran servicio al conjunto de España. Y que, a menudo, ha tenido actitudes más responsables respecto al interés general español que los grandes partidos españoles y muchas instituciones básicas del Estado”.
Pujol rememora lo que escribió el 24 de marzo de 2009 y lo proyecta sobre lo que ocurre: “La crisis actual española y catalana no es sólo una crisis económica clásica, o una crisis política pasajera, sino algo mucho más de fondo. Es incluso una crisis que pone en cuestión asuntos básicos de convivencia y reglas del juego elementales. No es una crisis más, no es una crisis cualquiera. Es una crisis de proyecto en común, una crisis de valores compartidos. Es una crisis de gran profundidad”.
En este texto, umbral de sus escritos y conferencias, Jordi Pujol, parece, de una parte, hacer una descarga personal de responsabilidad sobre lo que está ocurriendo endosándosela a instancias siempre ajenas a Cataluña, y de otra, advertir que no se trata de un estallido emocional y por lo tanto de intensidad alta pero de recorrido corto: la crisis es estructural. De ahí que, llegando a las postrimerías del prólogo, Pujol afirme: “Esta larga y en ocasiones un poco extensa explicación pretende dar a conocer decisiones y actuaciones, pero sobre todo, motivaciones, algunas son más morales que políticas. Pretende dar grueso de autenticidad a todo un recorrido político y humano, desde una sinceridad un poco descarnada. Una autenticidad que muchos, y Cataluña en su conjunto, necesitamos reivindicar en un momento en el que muy probablemente se precisará un cambio de ruta.” La data de este prólogo es la siguiente: “10 de julio de 2012, segundo aniversario de la manifestación contra la sentencia del Estatuto”.
Pero a Jordi Pujol -si pudiera hacérsele ahora una entrevista- cabría preguntarle: pese a sus veintitrés años de gestión al frente de la Generalidad con una enorme influencia en la política española, ¿no se siente coautor y solidario de ese sistema y de ese Estado que se rechaza?, ¿es posible un proceso secesionista (llamémoslo así en la medida en que se pretende un Estado propio para Cataluña) si él como presidente-fundador de CDC y su hijo como secretario general de la organización, no lo avalasen?, ¿qué significado tiene el título del libro (“El caminante frente al desfiladero”) que sugiere una andadura extremadamente peligrosa?, ¿acaso que la travesía que emprende Cataluña es temeraria y aunque lo sea se acomete a riesgo de causar destrozos recíprocos?, ¿no es posible observar, valorar, discernir y enaltecer los logros de treinta y cuatro años de sistema constitucional frente a la sobredimensión de los agravios y las insuficiencias?
La responsabilidad histórica del catalanismo secesionista será la del maximalismo y Jordi Pujol, que es un hombre extraordinariamente inteligente, ha salido al paso con este libro -y los libros siempre quedan para la posteridad- para transformar la enorme hipérbole independentista en un tránsito (por el desfiladero) poco menos que indeseable pero estrictamente necesario. Sin embargo, por más que se justifique con argumentos deontológicos, político y económicos la conclusión -esto es, la inevitable ruptura- es desmesurada.
José Antonio Zarzalejos, EL CONFIDENCIAL, 31/10/12