EL MUNDO 12/04/14
ARCADI ESPADA
Querido J:
The wind dropped at six. The sea was totally calm; an oily silence descended. In the west the pallid sky yellowed and turned everything almost an egg-yolk color. Suddenly there was a distant, muted thunderclap which lasted for two minutes, a wave of sound that seemed it would never end, followed by a quick, nervous, frenzied flash of lightning that glowered green in the haze retreating in the western sky. Then a shorter, weaker thunderclap. Another less intense flash followed by an even feebler one. Another diffuse thunderclap, a sound that fades and vanishes. The sky is no longer pale, the egg-yolk yellow having given way to the usual color of sky at that time of day.
¡Claro! ¿Qué otra cosa? Pla, The Gray Notebook. Las probaturas de Pla con el color de yema de huevo. Y con la vaguedad (depurada, colada, cernida, en fuga, en retirada, reculada, me ocupo luego de estos adjetivos) del cielo de poniente. Esta semana, publicada por la New York Review of Books, ha aparecido la traducción inglesa (Peter Bush) de El quadern gris. Se suma a las versiones castellana (de Gloria Ros y Dionisio Ridruejo) y francesa, alemana, holandesa y serbia. El libro lleva un prólogo de Valentí Puig, que da bien el tipo en inglés. Es una gran noticia que el mejor dietario de la literatura española del siglo XX se publique en la lengua del siglo XXI.
El gran efecto de esta traducción está perfectamente resumido en la portada, un fragmento de un pintor que aprecio mucho, el gran Rafael Barradas, aquel hombre, lo recordarás, que se largó de Barcelona andando, como debería hacerlo yo. El quadern gris se llama así en razón de la aspiración de estilo planiana: una escritura que fuera un fondo tenue, casi inapreciable, de las ideas y las cosas, salpicada cada tanto de algún inesperado cromatismo que a veces proviene, incluso, de la vulgaridad: ese poco de vulgaridad que, en sus propias palabras, le iba de maravilla al talento. Lo que alguna vez dijo de un modo simple, casi llano: «Un realismo con un poco de gracia». La NYRB ha encajado esa moral en el patchwork colorido, animado, vibrante de Barradas, que impone a un Pla alejado del localismo y la col hervida para reivindicar al cosmopolita que fue. Es cierto que El quadern gris, a diferencia de muchos otros libros planianos, sólo sucede en Barcelona y en un pequeño territorio ampurdanés. Y que el libro, y su juventud, y el Bildungsroman que en parte es, acaban precisamente con la promesa del viaje: «I go to Paris the day after tomorrow». (Una traducción, por cierto, que corta por lo sano la deliberada, ¡y liberadora!, ortopedia que Pla pone a veces sobre la banalidad). Pero eso sólo es una mera apariencia física: como lo demuestra su relación de nombres propios el libro es un viaje incesante por la cultura europea, principalmente francesa.
Traducir es difícil. Y lo es, sobre todo, porque es posible, contra lo que cree el palabrerismo. He pasado una mañana muy agradable entre gentes amigas que conocen la lengua inglesa, examinando el animalito reculat. En un momento del original de El quadern que te he puesto al principio Pla escribe «…després un llampec ràpid, nerviós, frenètic, que ha creat com un esclat de llum verdosa en la vaguetat molt reculada del cel de ponent». Ros y Ridruejo lo tradujeron así al castellano: «….después un relámpago rápido, nervioso, frenético, que ha creado como un resplandor de luz verdosa en la vaguedad muy cernida del cielo de poniente». Ya habrás visto el asunto. Cernida. ¡Una vaguedad muy cernida! Algo así como la vaguedad del cielo pasada por el tamiz. Oh là là! me dije, qué alturas. Por su parte el inglés Peter Bush eligió: «… followed by a quick, nervous, frenzied flash of lightning that glowered green in the haze retreating in the western sky». Retreating. Es decir: reculada, cernida, retreating. Traducir es difícil. De pronto, a punto de perecer en medio de la tormenta lírica Pla se guarece bajo un techo de uralita: reculada. Es un rasgo característico de su estilo: aplastar el suflé. Como aquel momento en que hechizado por una puesta de sol o algo le robaron la cartera. Ros y Ridruejo quisieron proseguir la fiesta, y aún más: cernida. Cuando también es perfecto castellano reculada. Bush, más neutral, decide no acabarla: retreating: en fuga, en retirada.
¡Teniendo a mano (más o menos) recoiled, redonda opción derivada del francés reculer, su honrado nombre! Un verbo adjetivado; forzamiento, de acuerdo: pero creo que no mucho más que en el original catalán o en su traducción castellana.
No debe haber sido sencilla la traducción al inglés de la obra maestra planiana pero espero que haga brillantemente su camino. Quizá recuerdes aquel maravilloso artículo de Stephen Vizinczey, Por qué la literatura inglesa no basta, uno de los mejores de su Verdad y mentiras de la literatura. Estos párrafos que hay que llevar siempre en el bolsillo: «La enseñanza de la literatura inglesa en vez de la literatura es a mi juicio la más nociva de todas las perversamente equivocadas prácticas docentes, porque roba a nuestra vida intelectual y artística una gran cantidad de sabiduría e inspiración. (…) Se trata de un defecto universal. Así, cuando los estudiantes franceses estudian drama, les dan Racine antes que Shakespeare (…) En cuanto al lenguaje en sí, yo diría que la literatura no trata del lenguaje, sino de la vida; no trata de los sonidos de las palabras, sino de su significado, y los escritores más importantes para todas las naciones son aquellos que representan a la humanidad del modo más significativo… y por esto el mayor dramaturgo francés es Shakespeare en francés».
Pronto saltará a la vista: entre los mejores dietaristas anglos ya está Josep Pla.
Sigue con salud
A.