EL PAÍS, 21/10/11
No está de acuerdo con el acercamiento de presos a Euskadi y las medidas de reinserción
El ertzaina Josu Puelles recuerda cada momento del día en que ETA mató a su hermano Eduardo, inspector de la brigada de información de la Policía en Bilbao, el 19 de junio de 2009. “Desde la llamada de mi madre hasta las primeras imágenes en televisión”. “Fue una jornada tan desgraciadamente especial que no se borra. Y debe ser así, porque el día que no me acuerde será malo para todas las víctimas”, dice.
Josu considera que el cese definitivo de la violencia que ayer anunció la banda no es el fin del terrorismo que esperaban las víctimas. “Es el que soñaban los terroristas”. “Vamos por el camino de la impunidad, del olvido, de la equidistancia, lo que ellos quieren”, afirma. “El final que yo sueño es simplemente Estado de derecho y democracia. No queremos salir con la bandera de la victoria, pero estos señores, lo mismo que han estado durante 50 años matando y mandado comunicados amenazantes, deben salir, quitarse las capuchas y decir: ‘Nos equivocamos en nuestros objetivos políticos y en los medios, pedimos perdón a las víctimas, a la sociedad española y a la vasca y nos sometemos a los principios democráticos”.
Para Josu ese sometimiento implica que los que hayan cometido delitos se entreguen a los tribunales para ser juzgados. “No puede haber ningún tipo de impunidad”.
“Bildu es parte del MLNV; solo es una estrategia de ETA”
El hermano de Eduardo Puelles cree que el Tribunal Constitucional se equivocó al legalizar Bildu, que solo es fruto de “una estrategia de ETA y está integrado en el Movimiento de Liberación Nacional Vasco”. Pero acepta su legalización. “Yo y todas las víctimas creemos en el Estado de derecho. Siempre que sea mediante elecciones, en el Parlamento nos veremos”, zanja.
Josu no está de acuerdo con el acercamiento de presos a Euskadi y las medidas de reinserción puestas en marcha por el Gobierno, “porque no han renunciado a sus fines y medios”. “Se debe exigir la inmediata disolución, la entrega de las armas y de todas las personas para que sean juzgadas. Solo entonces se debe analizar su arrepentimiento”.
EL PAÍS, 21/10/11