Carmen Gurruchaga, LA RAZÓN, 30/1/12
El filósofo francés Renè Descartes aseguró que es prudente no fiarse por entero de quienes nos han engañado una vez, un aforismo de rabiosa actualidad para aplicárselo a los personajes que deben verificar la seriedad y veracidad del alto el fuego de ETA. Pues si la banda ha mentido sobre las buenas intenciones de sus reiteradas treguas desde que anunciara la primera, allá por finales de los 70, tras la muerte del dictador; los verificadores también faltaron a la verdad al afirmar que, en el alto el fuego que ETA regaló a Zapatero en su primera legislatura, los terroristas no estaban llevando a cabo ninguna actuación irregular. Y sin embargo, durante ese tiempo, robaron armas, explosivos, continuaron con la extorsión a empresarios, etc. En este último «cese definitivo de la violencia», por utilizar terminología de los propios etarras, parece que también nos están engañando, con lo que sería de aplicación la teoría de Descartes. Ya resultaba extraño que estas personas, presumiblemente imparciales, no le dieran importancia al hecho de que los terroristas tuvieran documentación falsa, robaran vehículos a motor o portaran armas, aunque les aconsejaban que no las llevaran. Ahora hemos sabido, según publica LA RAZÓN en su edición de hoy, que existe cierta complicidad entre los etarras y los verificadores. Estos se habrían reunido con dos terroristas del aparato político, los encargados de leer los comunicados de la banda, con el fin de pactar el comunicado que iban a hacer público, los encargados de dar carta de naturaleza al cese definitivo de la violencia etarra y de esta manera, conseguir a cambio beneficios políticos. Toda una trampa en la que el Gobierno no debe caer. Primero que se disuelvan y entreguen las armas y cuando estas dos premisas estén plena y verdaderamente comprobadas y verificadas, ya se verá.
Carmen Gurruchaga, LA RAZÓN, 30/1/12