«¿Cómo no va a saber el exministro Campo si una ley es o no constitucional si la hizo él?»

  • Una puerta giratoria fabulosa y desafiante lleva al exministro Campo al Constitucional

El Gobierno propone a Juan Carlos Campo y a Laura Díez Bueso como magistrados del Tribunal Constitucional. Juan Carlos Campo fue hace hasta ayer mismo ministro de Justicia y Laura Díez Bueso, directora de Asuntos Constitucionales en Moncloa. El Tribunal Constitucional sigue siendo el encargado de pronunciarse, por ejemplo, sobre los recursos de inconstitucionalidad contra las leyes del Gobierno. Félix Bolaños argumentó ayer que Campo y Díez conocen las instituciones al milímetro. Solo la modestia le impidió llevar al límite la jugada maestra: ¿pero cómo no va a saber el exministro Campo si una ley es o no constitucional si la hizo él?

Me preocupa el mundo jurídico. Son muchos, pero deben de ser todos de cuidado. Y no parece haber, como en el resto de los mundos profesionales, figuras que provoquen un respeto generalizado por sus trayectorias, sus conocimientos y su ejemplaridad. Solo eso explica que la política no tenga más remedio que recurrir para los puestos decisivos a gente de su cuerda. Como ya deben de estar todos colocados, el Gobierno mete ahora al exministro de Justicia en el Constitucional. La situación es triste. Cuando los exministros se acaben, Pedro Sánchez no tendrá otro remedio que presidir él mismo el Supremo y el Poder Judicial. En días alternos, claro, por lo de la separación de poderes. Y en mi opinión ese hombre ya tiene bastantes cosas que hacer ahora que está con lo de la Internacional Socialista y con lo de pasar a la historia.

Como es habitual, el Gobierno actúa obligado por el PP, un partido que secuestra las instituciones por ventajismo político. Ante eso, la respuesta ejemplar es por supuesto recolocar tú en el tribunal de garantías a un exministro tuyo que apenas se metió en política, quitando detalles como lo de firmar los indultos aquellos del ‘procés’. Lo del reformismo la verdad es que va fenomenal. Se insistía en que los políticos tenían que dejar de elegir a los jueces y se ha conseguido que los políticos elijan directamente a los políticos para que sean jueces del Constitucional. Puestos a elegir y a jugar fuerte, imagino que lo siguiente será que los políticos del Gobierno puedan elegir la Constitución a la que se atienen en cada momento. La de Albania, la de Malasia, la de Burkina Faso. Según convenga.

Vaticano

Rusofobia

Yo al Papa no le sigo. No lo digo en plan herético. Me refiero a que no le sigo el hilo. Si no recuerdo mal, tras la invasión de Ucrania Francisco tonteó con la teoría del hostigamiento: si la OTAN se acerca tanto a Rusia… Como cuando explicó lo de soltarle un puñetazo a Gasbarri si dice una mala palabra de mamá. Pues la Madre Rusia, en este caso. Ahora, sin embargo, Francisco ha hablado de Ucrania como de un pueblo martirizado y ha señalado al agresor con tanta rotundidad que el Kremlin le acusa de rusofobia. Podrían acusarle de fobia religiosa, ya que el Papa sostiene que los rusos más crueles son los chechenos y los buriatos, o sea, los que no son cristianos. La mediación vaticana en la guerra se complica. Pero puede que a cambio veamos pronto a Lavrov explicando que, además de contra los nazis y los homosexuales satánicos, Rusia combate contra los cruzados. Qué ejército enemigo les está quedando. Menudos desfiles.

CFK

Fusilamientos

Los abogados insisten en que eso de que el acusado diga unas últimas palabras ante el tribunal solo funciona en las películas. Cuando tu defensa ya ha hecho su trabajo, mejor te callas. A menos de que seas Cristina Fernández de Kirchner y vayas a por todas, rematando la faena ante el tribunal que te juzga por un asuntillo de corrupción millonaria soltándoles un discurso de veinte minutos a los pobres jueces. «Esto ha sido un pelotón de fusilamiento», por ejemplo. Es la vicepresidenta del país, acuérdense. Tan lejos, Argentina. Y tan cerca.