Luis Ventoso-El Debate
  • Es fácil vaticinar lo que va a salir de ahí: somos un partido serio, de gestión… pero no nos mojaremos ni con agua caliente, porque hay que pescar de todas partes

Disculpen la petulancia de autocitarse, pero es por ubicar el debate. A finales del pasado mayo, publiqué aquí un artículo titulado Cuatro preguntas para el congreso del PP. Hoy estamos ya sumergidos en él, así que haciendo de pitoniso barato voy a responder a las cuatro preguntas planteadas entonces. Este es mi pronóstico de lo que pasará en el congreso:

1.-¿Estado o libertad? Es la gran pregunta política de nuestro tiempo (en realidad de todos los tiempos). Mi pronóstico es que el PP no se meterá en esas honduras, decisivas para marcar el futuro a medio y largo plazo de un país. Se venderá como «un partido de gestión seria» y evitarán todo lo que huela a debate ideológico, porque Génova cree que necesita pescar en los caladeros de los desengañados del PSOE para crecer, así que hay que ser insípido e incoloro ideológicamente. Centro-centro.

2.— ¿Carga fiscal socialdemócrata o una fiscalidad liviana, que conllevaría asumir un menor gasto público? Se hará alguna referencia a bajar los impuestos, pero no será una bandera estelar del congreso. Se ofrecerá también mantener intacto el Estado de bienestar (incluso ampliarlo con alguna ayuda más), y no se entrará en la verdad inconfesable de que las arcas públicas están medio rotas y que vivimos dopados por la deuda. Una vez en el poder, mi pronóstico es que el PP nos dirá algo así: «Nos hemos encontrado con una deuda enorme encubierta —lo cual será cierto—, así que, sintiéndolo mucho y aunque es nuestra vocación, no nos podemos permitir bajar los impuestos en este momento».

3.— ¿Más Estado o más autonomismo? Esta pregunta quedó contestada ayer mismo, antes del inicio del congreso. Alejandro Fernández, el acertado líder del PP catalán, quería secar adelante en el congreso una moción por la que el partido se comprometía a no pactar con fuerzas separatistas (léase en especial con Junts). ¿No es razonable que el PP descarte todo lazo con partidos como Junts, ERC y el PNV, que tienen como meta declarada romper España? ¿No es razonable poner por escrito que no se pactará con los partidos golpistas antiespañoles Junts y ERC? Pues bien, Génova forzó a Fernández a retirar esa moción, que le provocaba sarpullidos. El PP tiene una gran ocasión de marcar una raya en la arena política española proclamar que se acabó el pasteleo con las fuerzas antiespañolas. Pero desgraciadamente no lo hará. Ni tampoco habrá moción alguna en defensa del español, o del fortalecimiento de un Estado que está deshuesado, como se vio de manera lacerante ante la pandemia y la dana.

4.— ¿Va el PP a mantenerse en el humanismo cristiano o no? En sus actuales estatutos todavía se define como un partido fiel a esa impronta. ¿Volará esa alusión? No lo sé. Lo que sí parece claro es que no se acometerá el desmontaje de la ingeniería social del sanchismo, cuando es una parte medular del proyecto de la izquierda para cambiar la faz de España y someterla perpetuamente al marco del mal llamado «progresismo».

Dicho todo lo anterior, me harán ustedes otra pregunta. Entonces, ¿qué es lo que va a ofrecer el PP a los españoles?

Pues se venderá como un partido responsable, con capacidad de gestionar bien. Un partido dispuesto a cumplir con el orden constitucional y traer una etapa de cordura y limpieza tras el desparrame del sanchismo. Por supuesto se presentará un partido «autonomista» y respetuoso con «una España plural y diversa» y con las diversas idiosincrasias territoriales (es decir, abierto al pasteleo con los separatistas si llega el caso y lo necesita). ¿Y algo más? Pues no mucho más, «no vaya a ser que algún posible desencantado del PSOE se asuste y no nos vote».

¿Suficiente? Para llegar a la Moncloa sí, seguramente. Para cambiar España en serio y a mejor, no. Lo que propone este PP es dar un jarabe para la tos y tres paracetamoles a un enfermo agudo, destrozado por un virus llamado PSOE.