Iñaki Ezkerra-El Correo
Las autonomías podrían empezar a hacer valer su gestión en la pandemia
La contundencia verbal a la hora de pronunciarse sobre la crisis sanitaria no está bien vista ni por el Gobierno central ni por los autonómicos. De ahí que el propio PP haya ido suavizando su discurso contra la gestión sanchista de la pandemia. De ahí que sus críticas a esa gestión se desviaran hasta tomar un sentido contrario y redirigirse hacia las resistencias del inexistente equipo de expertos a autorizar a las comunidades gobernadas por el partido de Casado la «desescalada» que autorizaba a otras con cuyos gobiernos guarda Sánchez más sintonía. Es este perifrástico y eufemístico contexto el que ha convertido en noticia nacional la rotundidad con la que se expresó el jueves la consejera vasca de Salud, Nekane Murga. Murga habló de una «nueva ola» de contagios, que desmintió a las pocas horas Fernando Simón, el hombre que el 31 de enero vaticinó «algún caso como mucho». Lo que insinúa esta discrepancia de diagnósticos es un distanciamiento escenográfico y calculado del Gobierno de Urkullu con respecto al de Sánchez en una cuestión como la epidemiológica en la que este último se ha deteriorado notablemente pese a lo que diga el CIS.
De la presunta «desescalada» en la que nos hallábamos, podemos pasar, así, en las próximas semanas a una escalada de distanciamientos autonómicos frente el estilo elusivo con el que el sanchismo aún lleva este grave asunto, o sea a una dinámica en la que las autonomías comiencen a hacer valer su gestión en contraste con la inoperancia que ha convertido a España en la peor referencia de la UE en el tratamiento del coronavirus. Paradójicamente, a Sánchez le podría salir por la culata el tiro de endilgar a las comunidades autónomas una política sanitaria de la que él no ha salido airoso y con la que empezarían a ser otros los que hicieran electoralismo efectivo. La paradoja es aún mayor si se repara en que un factor determinante en ese fracaso ha sido la división de la sanidad española en 17 administraciones distintas.
Murga dio una rueda de prensa a base de metáforas hiperbólicas, acuáticas, térreas, aéreas, ígneas. Invocó los cuatro elementos primigenios. De la invocación a «la nueva ola» pasó a la afirmación de que «el virus nos está ganando terreno», a la de que «nos contagiamos al aire libre» y a la de que «estamos jugando con fuego». Cada frase era un titular y no me parece mal. Creo que hay que felicitarla por ello. Sólo eché de menos un ‘mea culpa’ y un reconocimiento a quienes advirtieron de esta «nueva anormalidad» antes de que su lehendakari convocara las elecciones para ese 12-J de hace poco más de tres semanas que fue todo un 8-M en versión autóctona. ¿También en eso nos iba la vida?