Jugar con sus cartas

 

Juan Carlos Girauta-ABC

  • Si esta pesadilla binaria de bandos inamovibles va a seguir imperando, todo lo que no lleve la etiqueta izquierda se va a tener que unir tarde o temprano

El gobierno que peor ha manejado la pandemia será inútil, será autoritario y será todo lo que la Justicia diga en su momento, pero mantiene incólume el oscuro poder de proyectar sus culpas. Vean lo de Ayuso. Diabólico atributo del sanchismo y del chavismo importado y zapaterino. Mi príncipe, que diría Delcy.

Creímos posible, entre las crispaciones zapatera y sanchista, otro PSOE. Uno firme ante el populismo de talonario y el separatismo. La primera vez que alguien te engaña no es culpa tuya. De ahí el Pacto del Abrazo. Los detalles quedan para un libro, algún día. Es revelador que del muy respetable equipo de negociación que se sentaba al otro lado de la mesa solo quede una persona en

activo. Precisamente aquella que nada negoció, que pretendió imponerse y que provocó la única salvedad del amplio documento. Era la representante del PSC. Consideró inaceptable que, en materia de lengua y educación, nos atuviéramos a las sentencias judiciales. Se llama Meritxell Batet y hoy preside las Cortes. El resto de su equipo está fuera de la política. El grueso del nuestro también.

Quién era Sánchez como gobernante lo supimos a partir de la moción de censura que Rajoy prefirió al adelanto electoral. Cuando te han aupado Bildu y ERC, y Podemos te ha llevado de la mano a La Moncloa, ya parece imposible que engañes a nadie, ¿verdad? Pues, por increíble que parezca, no es así. No vamos a descubrir ahora la habitual naturaleza de las promesas políticas, pero a Sánchez corresponde el récord de falsedades en campaña. Busquen algún debate electoral del pasado noviembre; es instructivo. Pásmense con las medidas de todo tipo con que el PSOE iba a luchar contra el adoctrinamiento en las escuelas catalanas y en TV3, por ejemplo.

Sabemos por la reciente encuesta de este diario que el señor de los bulos mantendría sus escaños. No con los mismos votantes exactamente; algunos han volado, pero se compensan con los votos podemitas que un socialismo echado al monte cosecharía. Hay que estar ciego, o vivir dentro del marco mental del adversario, para que alguien ajeno al espacio político del gobierno se trague la premisa de que acercarse a este PSOE es «centrarse».

Lo explica la pereza del analista. Si te acercas al PSOE te centras porque sí, porque hay un «mapa de posicionamiento» para párvulos que lo dice. Y los párvulos solo usan un parámetro: el de la Yenka. Olvídense de matices; ni europeísmo, ni respeto a la esfera privada, ni mandangas. Izquierda y derecha. Punto. Lo peor de esta simpleza es imaginarse a valiosos políticos que remaban en la dirección multidimensional y sutil de la política diciendo: tenemos que centrarnos. Si esta pesadilla binaria de bandos inamovibles va a seguir imperando, como podemos dar por hecho, todo lo que no lleve la etiqueta izquierda se va a tener que unir tarde o temprano. Estás en guerra cuando te la declaran, no cuando tú quieres. Aunque seas pacifista.