El mitin de Anoeta presentó un esquema de negociación acordado entre Batasuna y ETA, repartiéndose los papeles: ETA negociaba con el Gobierno los preámbulos y lo relacionado con las armas y dejaba a Batasuna los pormenores políticos. El modelo fracasó porque ETA no respetó el reparto de papeles. En el pasado enero, ETA revalidó el esquema de Anoeta.
«Hoy el portavoz ilegal de un partido ilegal celebra un acto ilegal». Arnaldo Otegi pronunció esta frase, el 14 de noviembre del 2004, en un acto celebrado en el velódromo donostiarra de Anoeta en el que dio a conocer una propuesta que había sido elaborada de forma conjunta por ETA y Batasuna para realizar una negociación en dos mesas separadas: entre partidos políticos, por un lado, y entre ETA y el Gobierno, por otro.
Batasuna, en efecto, estaba ya ilegalizada desde el año anterior y no podía celebrar actividades políticas, pero se encontró con un ayuntamiento que cedió las instalaciones y con que nadie prohibió aquella concentración que terminó convertida en un acto de homenaje a ETA y a los etarras.
Mañana, a punto de cumplirse seis años de aquel mitin, Otegi y sus compañeros en la dirección de Batasuna Joseba Permach y Joseba Álvarez se sentarán en el banquillo de la Audiencia Nacional para responder de la acusación de enaltecimiento del terrorismo, según la calificación de la Fiscalía, y también de las imputaciones de desobediencia, reunión ilícita y quiebra de medidas cautelares que les achaca la acusación popular. Al interés de cualquier juicio contra Arnaldo Otegi se suma en esta ocasión el hecho de que el presidente del PSE, Jesús Egiguren, tiene que comparecer en la vista oral como testigo de la defensa.
Al margen de la dimensión penal del caso, el mitin de Anoeta supuso la presentación en sociedad de un esquema de negociación acordado entre Batasuna y la banda terrorista en el que se repartían los papeles: ETA negociaba los preámbulos con el Gobierno y lo relacionado con las armas y luego dejaba en manos de Batasuna los detalles de la discusión política.
El modelo fracasó, sin embargo, porque ETA fue incapaz de respetar el reparto de papeles que había acordado con Batasuna y, como siempre, se convirtió en el poder tutelar que tomó todas las decisiones, entre ellas la de rechazar el texto que Otegi había negociado con el PSE y el PNV en Loyola. ETA fue incapaz de respetar su propio esquema, tal vez porque desconfiaba de los negociadores de Batasuna y les obligó a plantear nuevas exigencias con las que forzó la ruptura de las conversaciones y de la tregua.
ETA sobrevaloró sus fuerzas y minusvaloró las del Estado de creer el análisis que hizo desde la cárcel el abogado de la izquierda abertzale Txema Matanzas cuando se planteaba «qué decir de la perspectiva con la que se ha abordado el proceso de Loyola-06, pensando que teníamos al PSOE cogido por los huevos: delirante».
El pasado mes de enero, la banda terrorista volvió a reafirmar la validez del esquema dibujado en Anoeta, un esquema que sirvió para encuadrar la tregua del año 2006 y las conversaciones posteriores. A estas alturas sólo es un brindis al sol.
Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 10/11/2010