EL PAÍS 24/03/16
· La Comisión pide una Unión de la seguridad y exige estrechar la colaboración entre los servicios de inteligencia
Día de luto, de declaraciones altisonantes, de grandes gestos y promesas en Bruselas. E incluso de mayúsculos e inesperados reproches: el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker cargó contra los Veintiocho por su pasividad en relación con la amenaza terrorista. “El problema está ahí desde hace años. Si los Estados miembros hubieran aplicado los planes que aprobamos [tras el atentado de París, en noviembre] no estaríamos como estamos a día de hoy”, y quizá “no estaríamos ante acontecimientos tan trágicos”, dijo.
Juncker afeó la jugada a los Estados miembros, a los lobbies e incluso al Parlamento Europeo, en un discurso ante la prensa tan escueto como cargado de pólvora. Acompañado por el primer ministro francés, Manuel Valls, reconvino a los Veintiocho y al Consejo Europeo: “Si todos los Gobiernos hubieran aplicado las propuestas de la Comisión Europea, la situación no sería la de hoy”. El jefe del brazo Ejecutivo de la UE apuntó que Bruselas hizo una propuesta “ambiciosa” en diciembre, en relación al refuerzo de las fronteras exteriores de Europa, que se ha quedado medio varada en el Consejo, por la renuencia de los Gobiernos. Su equipo precisó que hay planes paralizados en otras áreas relacionadas con la seguridad y la lucha antiterrorista, aunque ha habido ciertos progresos.
Juncker criticó también al Parlamento por no terminar de aprobar el registro de pasajeros aéreos en la UE, que se aceleró después de París pero aún no tiene luz verde definitiva. Y censuró a los lobbies por poner obstáculos a la Directiva sobre control de armas. “Francia hizo peticiones, la Comisión hizo propuestas y los Gobiernos debieron haber tomado conciencia del problema antes de que se produjeran estos acontecimientos trágicos”, zanjó. Juncker reclama una “Unión de la seguridad”, a la altura de la Unión Económica y Monetaria.
A su lado, Valls lanzó también alguna que otra saeta: “Estamos en guerra”, repitió en dos ocasiones, “y en los próximos años los socios de la UE tenemos que invertir masivamente en sistemas de seguridad adecuados ante la amenaza a la que nos enfrentamos”. Los Veintiocho invierten sistemáticamente por debajo de EE UU en sus sistemas de defensa y seguridad, como ha denunciado en varias ocasiones la OTAN..
Más allá del mensaje político a los Estados, la Comisión se esforzó en dar un mensaje de normalidad: ha reforzado las medidas de seguridad, “pero el trabajo continúa; la vida sigue”, dijo la vicepresidenta Kristalina Georgieva. Un tercio de los funcionarios comunitarios se quedaron este miércoles en casa, pero el resto fue a trabajar como cualquier día.
Tras las muestras de luto y solidaridad relacionadas con los atentados terroristas, resurge siempre la gran cuestión: el equilibrio entre libertad y seguridad. Tanto Bruselas como París ponen ahora el énfasis en la seguridad. Juncker reclamó “un aumento de la colaboración entre los servicios secretos europeos”, y lamentó que esa sea una petición típica del día después de un atentado —como sucedió después del 11-S, después del 11-M, tras los atentados de Londres y tras los más recientes de París—, que después se queda en agua de borrajas “a pesar de las evidencias de que esa cooperación sería muy útil”.
Lagunas de confianza
Se repite la secuencia de los atentados de París: además de pedir más cooperación en lo relativo a inteligencia, el comisario Dimitris Avramopoulos anunció la convocatoria de una reunión urgente de ministros del Interior, que se celebrará este jueves para coordinar la respuesta europea al terrorismo. Al igual que Juncker, Avramopoulos hizo un llamamiento para “reforzar la coordinación y el intercambio de información entre los servicios de inteligencia”, pero reconoció que “hay una laguna de confianza” que impide una colaboración mayor.
El comisario dejó un último mensaje ante las reacciones de la extrema derecha, que vincula la inmigración masiva de los últimos meses y los ataques terroristas. “Las personas que llegan a Europa huyen del mismo terror que nos ha golpeado en Bruselas”, subrayó. “Estamos ante un desafío y nuestra reacción no puede ser el pánico”, cerró. “Los extremistas religiosos no hablan por una religión entera”, añadió Georgieva.