Junqueras habla de sexo; los demás, de amor

EL CONFIDENCIAL 08/03/13
JOSÉ ANTONIO ZARZALEJOS

Pere Navarro, secretario general del PSC, pretende una imposible consulta “legal” -a sabiendas de su inviabilidad- y el fiscal del Tribunal Superior de Cataluña, Martín Rodríguez Sol, otra con “preguntas de otro estilo” (es decir, que no se refieran a la secesión), sabiendo que ese eufemismo no dejaría de constituir un fraude de ley. El uno y el otro buscan ese terreno de comodidad en Cataluña que es la equidistancia. No están ni con el PP ni con Ciudadanos, pero tampoco enteramente con CiU o con ERC. Se sitúan -eso es lo que creen- en una posición supuestamente integradora. Sin embargo, a los dos les falta -por diferentes motivos- capacidad de compromiso con la realidad constitucional.

Porque la consulta que quieren los nacionalistas de CiU (especialmente, de CDC) y ERC es de carácter independentista para decidir sobre la base de la declaración parlamentaria catalana del pasado 23 de enero, según la cual aquella nacionalidad histórica es un “sujeto político y jurídico soberano”. Tal afirmación colisiona de forma inequívoca con el artículo 1.2 de la Constitución, que establece que “la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”, y no es compatible con el artículo 2º del mismo texto que consagra la “indisoluble unidad de la nación española”. A mayor abundamiento, el Tribunal Constitucional dejó establecido en la sentencia del 27 de junio de 2010 sobre el vigente Estatuto de Cataluña que “la Constitución no conoce otra nación que la española”.

La cuestión es, pues, clara. De ahí que el que esté hablando con nitidez, sin medias tintas, sea Oriol Junqueras, líder de ERC, al que no le valen ni las vías intermedias del PSC de Pere Navarro ni los eufemismos del fiscal Rodríguez Sol. Él y su partido -también CiU-, lo que desean, lo que pretenden, no es una consulta “para decidir” sobre una evanescencia, sino sobre si Cataluña se convierte en un Estado independiente o no, esto es, si se separa de España o no. En el planteamiento soberanista no hay lugar para las zonas grises. El órdago de CiU y de ERC es el independentista y los republicanos no van a permitir que Artur Mas y la federación nacionalista se echen atrás o remoloneen porque, si lo hicieran, abortarían la legislatura y obligarían al presidente de la Generalitat a unas nuevas elecciones en las que los republicanos ganarían otra decena de escaños y los nacionalistas perderían otros tantos.

ERC y CiU no desean una consulta “para decidir” sobre una evanescencia, sino para decidir sobre si Cataluña se convierte en un Estado independiente o no, esto es, si se separa de España o no

Estos son los términos de la cuestión. Oriol Junqueras habla directamente de sexo, y Navarro y Rodríguez Sol, de amor (recuerden la película de Manuel Gómez Pereira de 1993 titulada ¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?). Y así no hay quien se entienda. Es cierto que ni el PSC ni Pere Navarro ni Rodríguez Sol militan en el independentismo. Tampoco propugnan, en modo alguno, la secesión. Pero los dos -y algunos más- pretenden cuadrar el círculo, driblar la cuestión de fondo que se plantea, mantener un pie aquí y otro allí. En definitiva, hablar de amor cuando Junqueras y Mas hablan de sexo. O, en otras palabras: referirse a autogobierno cuando lo que aquí se ventila es una secesión de España.
El único planteamiento jurídico y político directo -para el que quiera plantearlo- es el siguiente: abrir un proceso constituyente y redefinir el concepto nacional de España y su modelo de Estado. Pero para que eso sea así han de quererlo las mayorías del Congreso y del Senado previstas en los artículos 166 y siguientes de la propia Constitución y ratificarlo -o rechazarlo- la mayoría de los españoles (todos). Si la reivindicación de CiU y de ERC no se plantease en términos de secesión, cabría una iniciativa no explorada y negociable: un tercer Estatuto de autonomía que en su momento fuese ratificado por el electorado catalán, sobre la base de que tal texto no podría alterar ni un solo mandato constitucional.

Por desgracia, las cosas no están planteadas en términos asumibles desde el punto de vista jurídico y político, sea para el PP, sea para el PSOE. De modo que los intentos propios de equilibristas como los de Navarro y Rodríguez Sol están llamados a no contentar ni a los unos ni a los otros. Insisto en la metáfora: Oriol-Mas hablan de sexo. Que nadie pretenda hacernos suponer que están refiriéndose al amor. Desean la secesión, un nuevo Estado en Europa. Y ante semejante pretensión -que ojalá se recondujese a un terreno realista que permitiese un entendimiento- no caben medias tintas: se está más allá o más acá de la línea roja que marcan los artículos 1º y 2º de la Constitución. Sin terrenos intermedios. Ni para Pere Navarro ni para el fiscal Rodríguez Sol.