Editorial-El Correo

  • Las citaciones de Ábalos y Koldo certifican que el Estado de Derecho avanza ya para limpiarse a sí mismo de esta última corrupción

Las citaciones ayer ante el instructor del Tribunal Supremo del exministro José Luis Ábalos y del que fue su hombre para todo, Koldo García, por la presunta trama de corrupción levantada sobre el cobro de comisiones ilegales en obras públicas, evidenció, por una parte, la nueva dimensión en que se ha adentrado la causa una vez que el informe de la UCO destapó el supuesto liderazgo de la red del último secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán. Y, por otro, que la justicia opera y avanza, como en causas precedentes por corrupción y, aunque sus recursos y sus tiempos sean perfectibles, de manera inexorable para intentar aclarar los hechos encausados y establecer las responsabilidades penales que puedan acreditarse.

Desde que las sospechas salieron a la luz pública hace 16 meses con la detención del asesor del antiguo titular de Transportes y número tres socialista; desde que el identificado como conseguidor del entramado, Víctor de Aldama, se avino a colaborar con la Fiscalía Anticorrupción a cambio de sortear la cárcel; y, sobre todo, desde que la Guardia Civil halló el hilo del que tirar -los audios de Koldo- contra Cerdán, se tiene la certeza de que este va ser un sumario largo y proceloso. Una causa en la que está en juego, de nuevo, la capacidad del Estado de Derecho para limpiarse a sí mismo de las prácticas corruptas que anidan aprovechándose de la propia democracia.

Ábalos optó ayer por volver a negarlo todo -llegó a decir que no se reconoce en los audios que lo señalan sin remedio- mientras Koldo García, que lo grabó en secreto, se acogió a su derecho a no declarar, ambos a la espera de la testifical de Cerdán fijada para el próximo lunes. El resultado de las citaciones y el progreso de la investigación, con un volumen ingente de documentación que expurgar, medirán hasta qué punto el renovado acercamiento entre el exministro y su colaborador de máxima confianza se traduce en el enlace de sus destinos procesales.

Por de pronto, el errático proceder de Ábalos estos últimos días, incluido el sondeo de un pacto con Anticorrupción a la manera de Aldama, constata que el Supremo tendrá que proseguir sobre el camino marcado, también, por la impredecibilidad de los imputados. Por eso, el PSOE y el Gobierno se equivocarían en interpretar como un alivio, aunque pueda serlo en estas circunstancias, que Ábalos siga negándolo todo. Porque la justicia ya transita, imparable, hacia el esclarecimiento de la verdad.