Santiago González-El Mundo
LA MINISTRA Margarita Robles decía el sábado en ‘La Sexta Noche’ que ella era partidaria de que en los casos de violación, los servicios jurídicos del Estado se personen en la causa para proteger a las víctimas. No fue una propuesta afortunada. Apenas enunciada por la portavoz ya estaba siendo desautorizada por el Ministerio de Justicia. La Fiscalía tampoco se lo tomó a bien: «La defensa y tutela de las víctimas está garantizada por el Ministerio Fiscal». Como es lógico.
¿Por qué limitar la protección a los casos de agresión sexual? ¿Por qué no a todos los casos de violencia machista? Sánchez ya había confundido lo público con lo privado al decir en un desayuno de Nueva Economía Fórum que las víctimas de violencia machista tendrían funerales de Estado cuando él fuera presidente (2 de octubre de 2014).
Lamentable tropelía conceptual. ¿Deben tener funerales de Estado todas las víctimas del terrorismo? No, sólo aquellas que hubieran sido asesinadas en tanto que servidores del Estado: diputados, senadores y otros representantes institucionales, policías, militares, jueces, etcétera.
Hubo acusaciones a la ministra de Defensa por esta presunta afirmación que denuncia en Twitter Sheldon: «Espero que ‘La Manada’ sea juzgada según el sentir popular». Un país en el que se piden dimisiones por dos botes de crema, pero no a una ministra por sugerir el retorno a una Justicia medieval es como para echarse a temblar. El sentir popular es la más contraindicada de las jurisprudencias y uno de los grandes errores del Ministerio de Justicia cuando Margarita era la ‘número dos’ de Belloch fue la creación del jurado, concreción moderna de la Justicia popular.
Kim Junqu-eras propuso una reforma coherente del Código Penal: «En el nuevo C.P. los delitos que tengan más de 1.000 retuits se juzgarán en las plazas de los pueblos».
Al jurado popular se debe aquella iniquidad de la condena de Dolores Vázquez, que había sufrido previamente juicio y condena mediática. O la absolución de Mikel Otegi, asesino de dos ‘ertzainas’. Robles, por otra parte, es corresponsable de que el término violación haya sido borrado del C.P. Quizá entonces el sentir popular no acababa de comprender el ‘conceto’ aunque me extrañaría.