Olatz Barriuso-El Correo

  • A estas alturas, con la que está cayendo, el menor de los problemas de Sánchez debería ser haberse visto con Otegi hace siete años

La historia vasca reciente se ha construido a base de caseríos –ahí está el ‘Txillarre’ de Elgoibar, símbolo por antonomasia de la salida dialogada al terrorismo de ETA–, pero nunca hubiéramos adivinado que se armaría el belén en torno a un baserri fantasma, que nadie sabe dónde está o incluso si existe.

La no-reunión (según Sánchez y Arnaldo Otegi) que habrían mantenido (según Koldo y Ábalos) el presidente del Gobierno y Santos Cerdán con el secretario general de EH Bildu en plenas negociaciones de la moción de censura de 2018 abre numerosos interrogantes, crea cada uno a quien decida creer. El primero, y más evidente, es a qué está jugando el exministro, que, casualmente, se lanzó ayer a degüello contra todo lo que se le puso por delante: no sólo avaló la versión de su antiguo hombre para todo sobre la cita del caserío desvelada por ‘El Español’, sino que insinuó que Yolanda Díaz hace un uso indebido de la vivienda oficial y arreó a Óscar Puente por presuntas indemnizaciones irregulares en el puerto de Valencia. A veinticuatro horas de que el juzgado le revise las cautelares, parece claro que José Luis Ábalos está amagando con tirar de la manta a placer para provocar como mínimo temblor de piernas en el núcleo de poder sanchista.

Pero, ¿y Otegi? ¿Y Sánchez con sus ministros a coro? ¿Por qué niegan con tanto ahínco una reunión que, de haberse producido, estaría del todo amortizada ante la naturaleza más que homologada y blanqueada de su sociedad política? ¿A qué viene desgastarse tanto? «Simplemente porque es mentira. Si fuera verdad, no tendríamos ningún problema en decirlo», abundan en la coalición soberanista.En la Euskadi política ha sorprendido que Otegi, que atribuye el «bulo» al interés del «bloque reaccionario» en hacer caer a Sánchez, garantizase incluso con su eventual dimisión la veracidad del desmentido. A estas alturas, con la que está cayendo, el menor de los problemas del presidente debería ser haberse visto con Otegi hace siete años, otra galaxia en política.

El jeltzale Iñigo Ansola manejó ayer la teoría de que Otegi pretenda «proteger a Sánchez más que a sí mismo» aunque le extrañó el ímpetu en negar el diálogo político. «Es como si un churrero tuviera que pedir perdón por hacer churros», se adornó. Lo cierto es que los principales cargos y dirigentes de Bildu no sólo lo niegan en público, también en privado, a pesar de no haber tenido problema en reconocer su interlocución directísima con Cerdán ni en insinuar que habría una operación del Estado profundo para derribar al exsecretario de Organización socialista por su cercanía a Bildu. El propio presidente del Bizkai planteó ayer su pregunta fuera de micro a un cargo relevante de la coalición, que le confesó su interés en poner distancia con Koldo sin miramientos. Un cortafuegos para alejarse del aizkolari, sus tejemanejes y su trato degradante a las mujeres. Puede ser. El propio PNV negó también el listado de cargos que habría pedido a Cerdán y que acabó, cómo no, en manos del ubicuo exasesor. Koldo quema y se trata de elegir bando. Vito Quiles ya ha corrido a apuntarse al ‘team Ábalos’. Y así todo.