Del Blog de Santiago González
El doctor Sánchez inauguraba su carrera legislativa con la aprobación en el Consejo de Ministros de dos anteproyectos de Ley: uno para la Educación y otro para la coyunda en libertad, también llamado ‘Solo sí es sí’. A ver si me explico: Comparecían ayer ante los medios tres gracias ministeriales, a saber: la portavoz Montero, la ministra de Educación, Isabel Celaá y la titular de Igual da, Irene Ceaucescu, née Montero. La dislexia de la portavoz ponía orden entre las dos leyes que llevaron al Consejo de Ministros Celaá y Montero. Es un hecho notable que la prensa facilitara el sueño más húmedo de Sánchez, que es la caída del poder legislativo.
No pocos medios dieron por aprobadas dos leyes y no dos proyectos de ley, que solo se convertirán en tales cuando sean debatidas y aprobadas en las cámaras legislativas. Por lo menos hasta que la coalición progresista lo deje reducido todo al mecanismo del decreto-ley. Celaá consiguió aprobar ayer la octava ley educativa de la democracia (Loece (UCD), Lode, Logse y Lopeg (85-2002 PSOE) LOCE, que no llegó a estar plenamente en vigor (PP en 2002) derogada por Zapatero, que hizo aprobar la LOE en 2006, la LOMCE, del PP en 2013 y la LOMLOE, la ley Celaá, en trámite. La ministra y su presidente no consideran que la Educación sea una política que merezca un acuerdo de Estado, ni que su estabilidad sea sinónimo de progreso social. Que haya habido ocho proyectos educativos con solo dos partidos en el poder lo dice todo. Bueno, casi todo. Dice aún más que uno de los dos, el PSOE por más señas, se enmendara dos veces la plana a sí mismo.
Entre las tres ministras de ayer, Isabel Celaá es la más dotada por la palabra, vaya eso por delante. Y está tan interesada en el progreso como la que más. Quedarán eliminadas las reválidas, que ya fueron calificadas de franquistas por Zapatero, los chicos aprobarán en bachiller con un suspenso y pasarán la ESO compensando las asignaturas que no hayan aprobado con actividades personales extraordinarias. A mí me parece bien, siempre que esas actividades personales extraordinarias también se eliminen de la carrera universitaria para que los estudiantes no se vean obligados a plagiar la tesis doctoral si quieren llegar el día de mañana a ser presidentes del Gobierno. Y no miro a nadie.
La ministra de Igual da lleva el Ministerio como puede. Ella quería una ley de lo suyo para celebrar el Día de la Mujer Trabajadora, que se va a celebrar el viernes, 6, porque el 8 es domingo, y ella es muy de celebrar: por su cumple una tarta, por el día de la Mujer, una ley. El anteproyecto era un caos en el que tuvieron que meter mano Carmen Calvo y el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo. Allí había de todo: problemas de ortografía, neologismos que la RAE no ha llegado a imaginar aún, invasión de competencias autonómicas, ignorancia de la jurisprudencia del Supremo entre otras ignorancias, como la del Convenio de Estambul. Casi la mitad de su articulado es producto, no diré del plagio, sino de la intertextualidad. Esto no se nota mucho en un Gobierno que tiene de portavoz a Imperfecta de Subjuntivo, que conjuga ‘produciese’. Detrás está la pugna entre la vicepresidenta Calvo y Ceaucescu, que se ha quedado con la ley para su novia, pero la parte despojada del Gobierno ha filtrado el desbarajuste de ‘la niña’. Y digo yo: ¿No habría sido más prudente que hiciese la conmemoración con otra tarta?