Tonia Etxarri, EL CORREO, 1/8/12
La devolución del derecho al voto a quienes tuvieron que abandonar el País Vasco por voluntad ajena, para escapar de ETA, será una realidad próxima aunque no inmediata. De hecho, el ministro del interior, Jorge Fernández Díaz, sugirió que no se aplicaría en las próximas elecciones vascas, como muestra de que no se busca alterar el resultado electoral. Unas declaraciones que sorprendieron a quienes vienen sufriendo la alteración del censo por imposición terrorista hace años y que, lejos de servir para aplacar la confrontación partidista, ha desvelado el nerviosismo electoral que anida en buena parte de la clase política vasca.
Porque Urkullu, manifiestamente preocupado por el sentido de los votos de los desterrados, ha convertido su rechazo a esta restitución democrática, en la ‘piedra filosofal’ de su campaña de verano. Y lo está haciendo con palabras gruesas. Acusando al gobierno popular de «maquinar tejemanejes» y «pucherazos». Unas descalificaciones que no se oyeron cuando ETA modificó el censo electoral a punta de pistola. Cuando tantos ciudadanos tuvieron que irse y, entonces, el Parlamento vasco, con Batasuna dentro durante casi todas las legislaturas, no les dio ese cariño del que ahora se acuerda, en el PNV, Andoni Ortuzar.
Resulta curioso que, en los años en que ETA «limpiaba» el censo de votantes de constitucionalistas, y de candidatos, al matar a sus militantes y dirigentes, nadie, salvo los directamente implicados, como el PP y el PSE, denunciaba aquellos actos de persecución y amenazas relacionándolos con un fraude electoral. Porque el censo, en Euskadi, ha ido sufriendo bajas y deserciones de resistentes al terrorismo, con el aplauso de algunos que hoy se sientan en las instituciones y el silencio de quienes ahora parecen escandalizados por que los ciudadanos que tuvieron que abandonar su tierra, y asentados en su mayoría en otro lugar, puedan ejercer su derecho al voto en el País Vasco.
Los datos de la polémica no los manejó el PP , en primer lugar, sino la Fundación BBVA, que llegó a cifrar el éxodo vergonzante en unos 200.000 ciudadanos. Datos que le sirvieron a Basagoiti para presentárselos al Ministerio del Interior. Ahora el PNV, para justificar su rechazo a este inapelable derecho, ha puesto el foco en el apoyo al retorno de estos ciudadanos. Pero la iniciativa ya está en marcha, desde que el Partido Socialista la propuso y el PP y UPyD se sumaron.
Una idea que, desde luego, no debería entrar en colisión con la devolución del derecho al voto. A muchos ciudadanos que tuvieron que dejar atrás su Gipuzkoa natal, por ejemplo, quizás no vean futuro en los municipios donde gobierna Bildu pero quieren poder votar con el mismo derecho y mayor cercanía que lo hacen los hijos y nietos de la diáspora vasca.
El lehendakari debería apoyar esta iniciativa con entusiasmo y rechazar, porque sus votantes también sufrieron la alteración electoral impuesta por el terrorismo, las acusaciones de «pucherazo». Probablemente no se produzca un gran cambio de relación de fuerzas cuando estos ciudadanos puedan volver a votar en su tierra. Pero devolverles la condición electoral no es asunto menor. Aunque solo uno de los 200.000 quisiera ejercer su derecho, el Estado democrático debería abrirle el camino, sin mayor dilación.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 1/8/12