Iñaki Ezkerra, ABC, 19/10/12
No sé si estamos ante una nueva era. Lo que sé es que los nacionalismos no son el futuro
ÉRAMOS pocos y parió Cameron. Parió ese referéndum que nos caerá en 2014, o sea en mitad de esas legislaturas vasca y catalana que se inauguran este domingo, con lo cual tenemos garantizado para largo el tostón escocés. Que nadie espere que Urkullu se modere teniendo este nuevo incentivo a mano. Y tanto él como Mas ya han empezado. Ya están hablando de «la lección inglesa», sin querer matricularse en el curso completo. El curso empieza por la lección de que Salmond no es un «primer ministro», como ¿erróneamente? repiten ciertos medios de comunicación. Es un «ministro principal» porque Escocia, pese a haber sido un reino independiente hasta comienzos del siglo XXVIII —cosa que no fueron ni Cataluña ni el País Vasco— no goza de una autonomía tan plena como las de estas dos regiones, sino de una tímida descentralización que el Gobierno británico no inició hasta 1997, dos décadas después de la nuestra y sin que se le pueda echar la culpa a ninguna dictadura de dicha dilación.
La lección inglesa empieza por la pregunta de por qué Cameron no convoca ese referéndum en Irlanda del Norte, aunque resulte también previsible el «no» a la independencia en un territorio donde los protestantes conforman el sesenta por ciento de la población; donde ha habido una sangría terrorista que demandaba con más patetismo esa consulta, y donde se ha dado una cruel historia de colonización plagada de dolor y miseria, derrotas bélicas, ejecuciones, exilios, hambrunas, confiscaciones de tierras y propiedades. La lección inglesa comienza por recordar que todavía en los setenta la Asociación de los Derechos Civiles de Irlanda del Norte tuvo que salir a la calle para pedir «un hombre, un voto» porque el Gobierno británico les imponía a los católicos un voto por cada casa y les negaba el sufragio universal.
Esa es la verdadera lección inglesa, el curso completo al que no van a querer asistir nuestros nacionalistas. Lo suyo es hacerse los palestinos, los kosovares, los tibetanos, los irlandeses, los escoceses, para ver si rascan algo en el Carnaval. Con lo que les gusta disfrazarse de exóticos y de étnicos, es inevitable que Mas y Urkullu se compren unos kilts para protagonizar esta nueva versión cutre y politizada de «Con faldas y a lo loco». El referéndum escocés será una novedad, pero la respuesta a su argumentario ya la dimos hace años. Lo malo de esta época es lo que tiene de repetición, de tautología asqueante. Otra vez a explicar, no la lección inglesa, sino el catón; a recordar que lo malo de una convocatoria semejante es que supone el reconocimiento de un derecho que, como tal, podrá ejercerse toda la eternidad. Otra vez a escuchar a los iluminetas que no se conforman con la gaseosa para sus experimentos, y ven en Cameron el profeta de una nueva Era. ¿Por cierto, a Cameron no le veía esta peña como un «execrable neoliberal»? No sé si estamos ante una nueva era. Lo que sé es que los nacionalismos no son el futuro.
Iñaki Ezkerra, ABC, 19/10/12