Encontró el trabajo en Internet mientras tomaba café
Ha querido la casualidad o la torpeza de los actuantes que la reforma de las acusaciones populares planteada por el PSOE haya venido a coincidir con una circunstancia que pone todo en su contexto: el mismo día en que el hermano de Sánchez declaraba ante la juez Beatriz Biedma, se mostraba incapaz de recordar dónde se encontraba la sede de la oficina de Artes Escénicas que dirigía. Desconocer el lugar de tu oficina es una ventaja inapreciable para justificar el absentismo y no digamos los retrasos al acudir al puesto de trabajo. Por otra parte, eso ya lo anticipaba el galán de ‘La del manojo de rosas’: “hace tiempo que vengo al taller y no sé a qué vengo”. La cosa se complica de manera evidente si además de no saber a qué se viene tampoco se sabe adónde. El hermano dice que el puesto de trabajo se lo encontró en Google y que acude religiosamente, aunque no sepa donde se encuentra.
En resumidas cuentas, el plan sociata pasa por impedir que los partidos ejerzan la acción popular, que se puedan establecer querellas basadas en recortes de prensa, sin acabar de explicar qué entiende el legislador por un recorte de prensa, si estamos hablando del horóscopo o de una carta de recomendación en favor de un empresario amigo firmada por Bego Pillafondos, traducción bastante estricta de Fundraiser. Suprimir los los delitos de ofensas religiosas no es más que una triquiñuela para que la tele pública pueda seguir haciendo bromas a cuenta del catolicismo, pero no hará falta para impedir las bromas cuando se refieran a otras religiones, no es preciso insistir mucho en ello al cumplirse una década del atentado contra Charlie Hebdo que nos privó para siempre de mi admirado Wolinski. Ahí el miedo guarda la viña con celo extraordinario. También va a permitir la nueva ley poder recusar a los jueces que hayan hecho manifestaciones políticas. ¿Y qué es una manifestación política, si puede saberse? Pues depende de lo que quiera el amo. Hasta ahora el Código Penal no era suficiente para acoger las querellas que el psicópata de la Moncloa y aquí su señora plantearon contra el juez Juan Carlos Peinado. Quizá sea hora de acoger las razones con que los sanchistas inundaban las redes sociales. Tener una hija concejal del Partido Popular es una actitud que sin duda introduce un sesgo en el comportamiento del juez, casi tanto como la acusación de tener dos carnés de identidad para comprar propiedades, ora con uno, ora con otro, que le adjudicó esa burrita platera que responde al nombre de Angélica Rubio y que el PSOE nombró consejera de RTVE para ocupar el ente público mientras las aguas de la dana arrasaban tantas poblaciones valencianas. No se le ocurrió a esta bruta que no se puede tener dos deneís distintos, que lo que sí es posible es que dos ciudadanos tengan el mismo nombre y los mismos apellidos. A mí me pasa; cuando voy al médico siempre me preguntan el año de nacimiento para distinguirme de una paciente de Basauri con el que comparto nombre y apellidos. O sea que los casos de la parienta y el hermano de Sánchez, lo de Koldo y la presunta revelación de secretos de García Ortiz se van a quedar prácticamente en nada, salvo que el Tribunal Supremo lo remedie, pero aún les queda el Constitucional que ellos consideran tribunal de casación.