- Las 54 auditorías encargadas por la Junta de Andalucía han puesto al descubierto la Administración paralela creada por el PSOE durante casi 40 años de hegemonía.
Si sobran trabajadores, irán a la calle (Juan Marín)
Esta no es una lista de los mejores chiringuitos de Andalucía, pero perfectamente podría serlo. El caso es que los mandamases de la Junta presentaban ayer, tras el consejo de Gobierno y como quien saca la porquería del depósito de la Roomba después de liberar un piso de estudiantes, los resultados de las auditorías del sector público instrumental.
Y ¡oh, sorpresa!
¡Aquí se juega!
No hace falta ser un lince de Doñana para haber visto venir de lejos las conclusiones que el vicepresidente Juan Marín, joyero de profesión (el Howard Ratner de la avenida Bajo de Guía), fue desplegando sobre el atril como quien separa el mineral de la ganga (en minería: materia que se aísla de la mena por inútil; en román paladino: chollo).
Unos resultados finales que vienen a decir que la llamada administración paralela era una administración para lelos. O sea, para nosotros, ay, los administrados.
Se despeja y confirma con estas auditorías el mito del funcionario de la Junta de Andalucía que desayuna tres veces y aún tiene tiempo y cuajo para irse a hacer unos mandaíllos
Ya decimos que en temporada alta de los chiringos, este macroinforme, con más páginas (6.000) que las obras completas de Marcial Lafuente Estefanía, haría palidecer a cualquier dueño de restaurante marítimo de San Juan de los Terreros a Ayamonte pasando por El Morche. Desde luego, en estas canonjías o sinecuras no se asan espetos (vacas sí, que hay o había dinero de sobra para ello). Pero menos aún la manteca. Es decir, que de listos (o espabilaos, como los llamamos por aquí) están estas entidades llenas.
Si se hace una limpia de colocaos, los que más saldrán perdiendo serán los bares de desayuno. Y es que, a diferencia de los restaurantes veraniegos, estos entes públicos, consorcios, fundaciones y demás mamandurrias no están a pie de playa, sino que se encuentran a pie de cafetería.
Se despeja y confirma con estas auditorías el mito del funcionario de la Junta de Andalucía que desayuna tres veces y aún tiene tiempo y cuajo para irse a hacer unos mandaíllos. Ya lo cantó el Yuyu en un antológico pasodoble de la chirigota Los palomos: “Como comienzan muy temprano su jornada / al cuarto hora van por café y media tostada / y el camarero con unos huevos que se los pisa / les atiende a las tres horas sin ver que ellos tienen prisa”.
Molletes de Utrera aparte, se corrobora que, con más enchufes que un ladrón de seis tomas, el PSOE andalú fue tejiendo una red clientelar a la par que iban cubriéndola con la bandera andaluza, en un remedo de la granaína Mariana Pineda por parte de Susana Díaz, que heredó el cortijo de sus padres políticos: el chiringuito de Pepe (Griñán) y Casa Manolo (Chaves).
Chaves y sus chavitos, en la estela de los grandes de la picaresca andaluza (del Guzmán de Alfarache a Gaspar Zarrías), levantaron esta Juntilla para sus asuntos sirviéndose de la propia Junta o de la Administración oficial como tapadera. Dentro de esta gran caseta de feria se dio cobijo a lo que a los andaluces honrados nos viene sonando del temario de las oposiciones a la cosa andaluza. Es decir, a las casetillas del SPI (sector público institucional).
Más allá de las agencias y consorcios de la instrumental andaluza, cabe subrayar el caso del SAE (Servicio Andaluz de Empleo), donde el personal se rige hasta por catorce convenios diferentes, que sólo gestionó el 3% de las contrataciones en Andalucía y que presentó doce ofertas de empleo para 100.000 habitantes. Una chirigota, vaya, cuyas siglas podrían pasar a significar Servicio Andaluz de Enchufes.
Mientras escribo estas líneas, como no puede ser de otra manera, tarareo Las Murgas de Emilio el Moro (“colócanos, colócanos; ay, por tu mare, colócanos”) en las que mi paisano Carlos Cano, con esa inteligencia por intuición de la que carecen las cacareadas Big Four, ya ponía negro sobre blanco los chanchullos que se traían los peronistas de la marisma: hablamos del año 1985.