Ignacio Marco-Gaedoqui-El Correo
La situación económica se encuentra en medio de dos pinzas infernales. Hasta ahora nos hemos detenido siempre en una de ellas, la de los gastos. Hemos aceptado de muy buen grado el que la Sanidad disponga de barra libre hasta que consiga doblegar al maldito bicho. Luego hemos convenido en que no hay que dejar a nadie atrás y hemos arbitrado fórmulas novedosas y rompedoras de apoyo social, con la generalización de los ERTEs y la definición de una situación excepcional para los autónomos. También hemos recibido con alegría la puesta a disposición de las empresas de un caudal inagotable de créditos, para que ninguna desapareciese por falta de liquidez. Y, por último, el vicepresidente segundo se ha dado prisa en anunciar el establecimiento de un ingreso mínimo que el ministro responsable asegura no está aún definido. Muchas de las medidas anunciadas no se han implantado, lo que viene a demostrar que al Gobierno se le da mucho mejor la propaganda que la gestión. No se puede estar a todo. Pero, hasta ahora, nadie nos ha cuantificado el total de la factura de gastos.
Ahora nos empieza a apretar la segunda pinza, la de los ingresos. De momento solo conocemos datos de las haciendas vascas, pero si hacemos una extrapolación, aunque sea grosera, veremos con claridad por donde irán las cosas. En el País Vasco se calcula que los ingresos públicos se minorarán en 2.000 millones de euros, lo que supone 1.400 millones de menos para el Gobierno vasco, un 12% de su presupuesto total. Y la cifra es muy modesta dado que se ha establecido sobre la base de que el PIB pierda tan solo un 3,6%, tras un mes de parada de la actividad. Pero la encuesta realizada por la Federación del Metal nos dice que la actividad ha sido mínima en la segunda parte de marzo, está siendo muy baja en abril y calculan que será media en mayo. El metal no es el sector más parado, así que cuente con dos meses de pérdida de la actividad total, con lo que quizás no sea exageradamente pesimista multiplicar por dos las pérdidas de ingresos anunciadas.
El agujero público va a ser enorme. Tanto que habrá que priorizar las acciones de reestructuración. Pero hay que hacerlo no solo entre las nuevas necesidades. Es imprescindible, además de justo y razonable, aprovechar el momento para ordenar toda la acción pública y revisar la eficacia de todos los gastos. Exactamente como hacen todas las familias cuando los gastos aumentan y/o los ingresos menguan. Nos van a pasar ambas cosas, así que si siempre deberíamos ser cuidadosos con el gasto, en estos momentos tan graves resulta un imperativo absoluto. Ni un gasto inútil, ni una duplicidad competencial, mientras las necesidades se duplican.