- El expresidente aparcó su síndrome de jarrón chino y dijo una verdad como un templo: «No van a quitar nada de deuda a nadie, es mentira, la vamos a pagar de una manera u otra»
Sánchez está dispuesto a cualquier cosa por seguir ocupando la Moncloa. Lo ha demostrado sobradamente. Su liderazgo está basado en lo material, el dinero, y el miedo. Ayer ocurrió algo notable en la vida política española: los presidentes de las comunidades autónomas gobernadas por el PP antepusieron la dignidad, la defensa de la igualdad y el ejercicio de la democracia, a la prosaica trampa del dinero de todos malbaratado por el político más manirroto de la historia reciente. No se equivoque el lector. Aquí no se condona nada. Aquí la deuda sigue existiendo. Solo se le hace más fácil la vida a los peores gestores de España, los políticos catalanes, desde Pujol a Illa.
Felipe González, que ya aparcó su síndrome de jarrón chino, dijo ayer una verdad como un templo: «No van a quitar nada de deuda a nadie, es mentira, la vamos a pagar de una manera u otra». Lo vamos a pagar todos los españoles. La deuda la podrían condonar los que la compraron, pero no lo van a hacer.
Más allá del artificio contable, el rechazo al trampantojo de la Montero, que prepara su campo de minas para las elecciones andaluzas, se encuentra el ejercicio de reafirmación en la igualdad de todos los españoles que desde el PP se hizo ayer. Era una dura prueba para ese partido y para cuestionar el liderazgo de Feijóo. Han salido airosos. Que expliquen al resto de España cómo se gobierna con los herederos del terrorismo, Txapote incluido, con los golpistas de Esquerra y Junts, con los que quieren la destrucción de España, como el PNV, y con los comunistas pro-Putin que se sientan en el consejo de ministros. Todo ello es una anomalía en una democracia. Como gobernar después de haber perdido las elecciones.
La conclusión es que detrás de la quita de la deuda a Cataluña solo hay una perversión de la democracia. Todo lo demás, argumentario de la izquierda incluido, son cortinas de humo para no entrar en lo esencial: el peligro que corre la igualdad en nuestro país. Igualdad y libertad se encuentran en riesgo porque el PSOE, antiguo partido político, se ha convertido en un sindicato de intereses con ideología moldeable desde la extrema derecha a la ultraizquierda, según convenga. Eso no es política y menos democrática.