EL MUNDO – 24/04/16
· El pacto entre Garzón e Iglesias se queda a 20 escaños del PSOE / El PP se mantiene.
· La alianza entre Podemos e Izquierda Unida que exploran esas dos formaciones apenas tendría consecuencias sobre el mapa político, que seguiría abocado a un bloqueo al no configurarse ninguna mayoría sólida identificable por bandos ideológicos.
Según el sondeo de Sigma Dos para EL MUNDO, unirse a Alberto Garzón le serviría a Pablo Iglesias para recuperar los 11 escaños que perdería respecto al 20-D de no hacerlo y subir hasta los 70 diputados, todavía lejos de los 90 que conservaría el PSOE. No habría sorpasso. El PP se mantendría y crecería, poco, Ciudadanos.
Según los datos de la encuesta de Sigma Dos para EL MUNDO, de ser mañana la cita, los cambios más trascendentes se registrarían en los partidos emergentes –de largo los más volátiles–, beneficiando a Ciudadanos y penalizando a Podemos, en tanto que las dos formaciones históricas, PP y PSOE, apenas se moverían de las casillas de partida.
Los populares seguirían siendo la fuerza más votada (29,5%), seguidos a algo más de siete puntos por los socialistas (22,2%). Podemos (18,6%) no lograría el sorpasso y repetiría como tercera fuerza tanto si se presenta únicamente con sus confluencias como si traba una alianza con Izquierda Unida. Y Ciudadanos progresaría respecto al 20-D pero no llegaría al 15% de los sufragios.
En definitiva, nuevo sudoku, apenas con algún cuadrante resuelto. La recomposición de la izquierda, vía fusión, absorción, coalición o confluencia entre Podemos e IU modificaría poco el panorama. Por ahora, no implicaría el sorpasso de Podemos sobre el PSOE.
De acuerdo con los datos de la encuesta, la formación de Pablo Iglesias aglutinaría el 18,6% de los votos, 3,6 puntos por debajo de la de Pedro Sánchez y dos puntos menos de los que obtuvo en las elecciones del 20-D. Así, su cuenta de escaños –se incluye la suma con Compromís, para comparar con los resultados obtenidos en diciembre–, ascendería a 58; es decir, 11 menos que los logrados hace cuatro meses.
Por su parte Izquierda Unida, que el 20-D, pese a su millón de votos, sólo consiguió dos diputados, podría ahora triplicar hasta los seis. Su porcentaje de sufragios subiría menos de un punto respecto a los últimos comicios lo que viene a demostrar que el partido de izquierda clásica se quedó en algunas provincias a sólo unos milímetros de conseguir representante.
En el sondeo, se ha incluido un apartado en el que se calcula el rédito que podría reportar la alianza electoral Podemos-IU que estos días sondean ambas fuerzas. Y la conclusión es que el resultado no se correspondería con la suma de lo que alcanzarían por separado los dos partidos: sería algo mayor en escaños, pero inferior en porcentaje de votos.
Presentándose juntos a las elecciones, conseguirían un 21,5% de las papeletas –un punto y medio menos que el PSOE– y 70 escaños, es decir, sólo uno más que los que obtuvo Podemos junto con sus confluencias el 20-D. La distancia en diputados respecto a los socialistas seguiría siendo de 20.
Si Podemos e IU optan por seguir presentándose por separado, la primera obtendría 58 diputados y la segunda seis, de manera que un emparejamiento postelectoral que no supusiera fusión de siglas se quedaría en 64 escaños, pero representaría en total al 23% de los votantes.
Estos cálculos son los que centran hoy la atención de ambos partidos, especialmente de IU que se debate entre las previsiones ascendentes que en solitario le presentan las encuestas y la posibilidad de formar parte de un grupo parlamentario potente, capaz de mirar cara a cara al PSOE, pero en el que sus siglas acabarían diluyéndose.
Para Podemos, por el contrario, la alianza con IU sería positiva porque le permitiría sortear la importante caída que hoy por hoy predicen los sondeos. Eso sí, como mínimo le obligaría a relegar de los primeros puestos de las listas a alguno de sus nombres conocidos para dar visibilidad al nuevo socio.
La mayoría absoluta, siempre a través de pactos, se presenta otra vez más que difícil. El tándem mejor situado, si dejamos de lado la gran coalición PP-PSOE –que para fraguarse necesitaría probablemente de un cambio de liderazgo en ambos partidos–, sería el de PP y C’s. Esta pareja sumaría, de acuerdo con el sondeo, 171 escaños (126 del PP y 45 de C’s), a falta de cinco, que serían muy caros, para formar gobierno.
Del lado contrario, la única posibilidad pasa de nuevo por la amalgama de fuerzas, ya que en estos cuatro meses que han transcurrido desde el 20-D se ha constatado la incompatibilidad del trío formado por PSOE,C’s y Podemos. Sin embargo, no bastaría con la adición de partidos de izquierda y sería necesario dar entrada al nacionalismo en todos sus matices.
La pareja PSOE-Podemos sumaría 149 diputados (91 de los socialistas y 58 de Podemos), a 27 de la mayoría absoluta. Atrayendo a IU, la fuerza que proporcionalmente más rédito sacaría a las nuevas elecciones, se quedaría en 155, de manera que requeriría aún de los diputados independentistas catalanes –ERC y DiL– e incluso de los nacionalistas vascos del PNV, para llegar a la cota que abre las puertas de La Moncloa: 176 votos.
La gobernabilidad así vuelve a presentarse complicada. De nuevo serán necesarios pactos cuya negociación nacerá lastrada por los agravios que se han infligido unos y otros desde el pasado 20-D.
Una entente cordial entre Pedro Sánchez y Mariano Rajoy suena a quimera. Para que el PSOE y el PP pudieran entenderse en algo más que los asuntos de Estado clásicos –terrorismo, soberanía nacional y, de vez en cuando, política exterior– ambas formaciones se verían obligadas a una profunda revisión de sus cúpulas, líderes incluidos. Un acuerdo de estas características entre las dos fuerzas que han protagonizado el bipartidismo implicaría para ambas una auténtica convulsión interna.
La revisión de estructuras y nombres será una exigencia que muy probablemente se le plantee también al PP si la pareja con la que puede bailar es Ciudadanos.
El partido de Albert Rivera ha dejado muy claro en los últimos meses que el principal obstáculo que ve a un entendimiento con el PP se llama Rajoy. Para la formación naranja, que gusta de enarbolar la bandera contra la corrupción, el líder de los populares no puede ser la persona que encabece un Gobierno y un proyecto de regeneración para España.
PSOE y Podemos también tendrían que superar muchas dificultades para caminar juntos. La primera y más importante es la profunda reticencia que buena parte del socialismo muestra hacia la formación morada, acrecentada por la actitud exigente que desde el primer momento exhibió Pablo Iglesias para sentarse a negociar. Los escarceos entre ambos partidos se han saldado finalmente con acusaciones de traición.
Por último, la reedición de la sociedad PSOE-C’s ofrece pocas perspectivas. El pacto que alcanzaron decae con la convocatoria de nuevas elecciones y, además, tanto Rivera como Sánchez ya han constatado que su acuerdo no puede saltar barreras ni por la izquierda ni por la derecha.
EL MUNDO – 24/04/16