PEDRO GARCÍA CUARTANGO-ABC

  • Lo más grave es que el PSOE ha comprado el discurso xenófobo al firmar acuerdos con Junts y ERC que consagran la desigualdad territorial

Jean-Paul Sartre se preguntaba en un artículo en ‘Les Temps Modernes’, publicado en 1952, si Francia era una democracia. Sostenía que no basta votar, tener derechos y poder expresarse en libertad si la democracia no encarna valores éticos y sirve para el privilegio de unos pocos. Esta reflexión me ha venido a la cabeza durante el debate parlamentario de la ley de amnistía, finalmente aprobada, pero cuya aplicación queda a expensas de los jueces. Fue lamentable por la orfandad de argumentos, los insultos y la algarabía de la sesión. Solo la intervención de Mikel Legarda, diputado del PNV, me pareció a la altura del acontecimiento y eso que no estoy nada de acuerdo con sus tesis. El discurso más bochornoso fue el de Miriam Nogueras, diputada de Junts y portavoz de Puigdemont, que respiró odio y revanchismo. Según su tesis, el Estado pide perdón con esta ley a los independentistas, que fueron las víctimas de un régimen opresivo que vulnera los derechos humanos. Ni una sola palabra de reconciliación ni de propósito de la enmienda. Sólo desprecio y afán de venganza, expresado tanto en sus palabras como en los gestos.

La intervención de Nogueras no es anecdótica ni impostada. Por el contrario, es el retrato de un independentismo que no renuncia a la unilateralidad y que se siente fortalecido para exigir un referéndum de autodeterminación. La ley ha servido para que Sánchez gobierne, pero no ha resuelto el problema.

Sostenía Wittgenstein que el lenguaje es el pensamiento. Las palabras de Nogueras son la perfecta definición de un nacionalismo que aspira a dividir, a segregar a los ciudadanos por identidad y que carece del menor respeto a la autonomía individual. Por si había alguna duda, la diputada de Junts no quiere un Estado que articule las diferencias y reconozca la pluralidad sino una Cataluña independiente en la que la condición de ciudadano sólo sea atribuible a quien asuma esa identidad nacional. Sólo le faltó hablar de un ADN catalán.Lo más grave es que el PSOE ha comprado este discurso xenófobo al firmar unos acuerdos con Junts y ERC que consagran la desigualdad territorial y reconocen la impunidad de quienes intentaron dar un golpe de Estado. El precio que tendrá que pagar por su apoyo parlamentario será todavía más alto.

Sartre escribió que veía la existencia de la democracia francesa en los sellos, las banderas de las alcaldías y la red de ferrocarriles, pero no en las instituciones. No soy tan pesimista y reconozco que hay que acatar una ley aprobada por el Parlamento, aunque su contenido repugne a quienes creemos que todos los ciudadanos son iguales y que la democracia también consiste en hacer justicia sin crear zonas de impunidad. Ya lo dijo Nogueras: hemos ganado y hemos derrotado al Estado. Lo peor es que es verdad.