Juan Carlos Girauta-El Debate
  • España no recuperará su democracia perdida sin el apartamiento de Pumpido y la derogación de la amnistía

La caída de Sánchez no conllevará necesariamente la caída del sanchismo. Lo primero puede suceder en cualquier momento; lo segundo exigirá compromiso democrático de agentes que hasta ahora no lo han demostrado. «En cualquier momento» indica prontitud. Podría disolver las Cortes y dimitir hoy si fuera lo bastante inteligente para proceder a un control de daños antes de que todo empeore aún más para él. O podría hacerlo en unas semanas, lo que justificaría la reciente contratación de parafernalia electoral. Si decide agotar la legislatura, él y su entorno conocerán la deshonra ateniense cuando el ostracismo les alcance. Y habrán condenado a toda su organización, salvo quizás a Page. Por fin, siendo Sánchez como es, en absoluto cabe descartar que intente culminar la obstinada demolición a la que ha consagrado hasta ahora su vida política y se quede en el poder encadenando anomalías. Acaso forzando o inventando situaciones de emergencia, falsas alarmas, que le permitan convocar unas elecciones propicias: entre la anomalía, la opacidad y el caos total. O dando directamente un pucherazo, sin más.

Llevo muchos años sosteniendo que en España no es posible un pucherazo. Sin embargo, empiezo a pensar que estaba equivocado. Con otra fontanera de Ferraz mangoneando en Correos, y con Indra —responsable de los recuentos electorales— dispuesta a conductas tan irregulares como la adquisición de la empresa familiar de su presidente, lo increíble se ha hecho creíble. Dado el sistema de circunscripciones provinciales, en realidad hay que mover muy pocos votos aquí y allá para servirle el resultado deseado a un dictador. ¿No falseó unas primarias? Maduro es el modelo de Sánchez; el primero se mantiene habiendo perdido ante todo el planeta, el segundo puede esperar de la empresa donde se enriquecen sus amigos y ex amigos finos, no los Torrente, un poco de magia. Contra este escenario está la sorprendente y feliz novedad de que la mayor parte de los editores, comunicadores y tertulianos que apoyaron a Sánchez hasta ayer han dejado de hacerlo. El más influyente de ellos, con sillón en Indra, le está practicando la técnica asfixia-reanimación. Como decía Ventoso, solo le quedan dos comisarios en RTVE. Y, añado, El Plural. Y una joven desatada. Ya sabemos cómo pasará a la historia.

Pero ojo. Caído Sánchez (de grado o por fuerza, tras intentar trucos sucios) seguirá ahí el sanchismo como el dinosaurio de Monterroso. España no recuperará su democracia perdida sin el apartamiento de Pumpido y la derogación de la amnistía. Hay una vía más rápida, que es impedir el quórum del TC de forma sistemática cuando se trate del asunto. Pero si los magistrados sensatos no fueran lo bastante conscientes de lo que nos estamos jugando, y flaquean, la amnistía, que culpa al Estado del golpe de ídem, será derogada igualmente, más tarde y con más estrépito. Es algo fatal: si esa ley prosperara, el sanchismo ganaría y España agonizaría. Como no vamos a permitirlo (¿verdad, lector?), lo que haya que hacer se hará.