EL MUNDO 17/10/14
· Un acuerdo para las plebiscitarias conllevaría el fin de la federación de CiU
En Cataluña, una vez que Artur Mas ha diluido la consulta del 9 de noviembre hasta convertirla en un difuso «proceso de participación», el foco político se ha desplazado hacia las conversaciones para pactar una lista conjunta soberanista en las elecciones anticipadas que parecen inminentes. Convergència está intensificando la presión sobre ERC para que acepte esa candidatura conjunta, y ahora cuenta con la ayuda de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), cada vez más alineada con los intereses del Govern.
Mas ya advirtió cuando dio marcha atrás en el 9-N por el veto del Tribunal Constitucional de que «la consulta definitiva» serán unas elecciones autonómicas, a las que quiere dar un cariz plebiscitario. Pero el problema sigue siendo que los convergentes no quieren de momento aceptar la principal condición de ERC para aceptar la lista única: que una hipotética victoria de esa candidatura equivalga a proclamar la independencia de Cataluña de forma unilateral y «de inmediato».
Los republicanos también se resisten a la maniobra –que supondría salvar la carrera política de Mas– porque los otros dos partidos que apoyaban en principio el 9-N, ICV y la CUP, ya han descartado la posibilidad de integrarse en esa lista.
En estas circunstancias, la ANC –y también la otra gran asociación independentista de la sociedad civil, Òmnium Cultural– está ejerciendo como una palanca más de la presión convergente sobre Oriol Junqueras. La presidenta de la ANC, Carme Forcadell, afirma formalmente que hasta mañana la asamblea no tomará la decisión de si apoya o no la nueva fórmula para el 9-N. Sin embargo, ayer se produjeron dos hechos que apuntan a que acabará aceptando la alternativa de Mas, que no cuenta con censo ni con garantías legales y que será organizada por voluntarios.
El primero: se filtró que la ANC estudia apoyar la lista unitaria «si se convocan plebiscitarias en tres meses». Es decir, si ERC se aviene a formar parte de la lista única. El segundo: Forcadell y la presidenta de Òmnium, Muriel Casals, se fotografiaron por la tarde a las puertas del Palau de la Generalitat tras haber mantenido una reunión con Mas.
ERC se mantiene escéptica hasta que no consiga garantías de que Convergència aceptará, esta vez sin subterfugios, proclamar la independencia justo después de las elecciones. Mas prefiere que tras los comicios se abra «un proceso de negociación con el Estado». Pero si es así, los republicanos prefieren fórmulas como la de pactar un punto común en el programa electoral, pero sin lista conjunta. De esta manera, además, quedaría claro qué opción tiene más tirada entre los ciudadanos: si la vía rápida de Junqueras o la siempre enmarañada de Convergència.
En cualquier caso, lo que está claro es que si Junqueras y Mas alcanzan un acuerdo, ello supondría el fin de la federación de CiU, que lleva vigente desde 1978. El líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida, ya ha descartado tanto la lista conjunta como la declaración unilateral de independencia, y ahora mantiene contactos con el PSC para buscar alternativas al adelanto electoral.
CDC presiona a ERC en privado, pero también en público. Ayer, el coordinador nacional y número dos del partido, Josep Rull, instó a los republicanos a sentarse a negociar ya una candidatura independentista, que podría incluir a caras conocidas de la «sociedad civil». Tanto él como fuentes de ERC admitieron que se están desarrollando contactos con la ANC para tratar de desbloquear la situación.
Algunas fuentes apuntan a que el miedo de los republicanos a ser utilizados como «salvavidas» de Mas les ha llevado a plantear que la lista conjunta no esté encabezada por el actual presidente de la Generalitat, sino por un independiente. Rull salió ayer raudo a defender que Mas es un «activo valioso».