Marcos Lamelas-El Confidencial
La ANC y personas vinculadas a la Crida, Primàries o Reagrupament son algunas de las voces alzadas para criticar las conversaciones como una trampa al independentismo
La ANC y los sectores más radicales del soberanismo reniegan de la mesa de diálogo que esta semana ha arrancado en Moncloa. El núcleo duro del independentismo, JxCAT, ERC y Òmnium, ha cerrado filas con la iniciativa. Pero no así en los márgenes. Ya era previsible que la CUP se opusiese. Pero sorprende más que la ANC lo haga y que también se hayan sumado personas de Primàries, la Crida Nacional o Reagrupament. Las críticas a la iniciativa topan con los planes de Carles Puigdemont y su “candidatura de país”, que precisamente pasa por integrar la mayor parte de estos sectores que ahora denuncian la falacia de la Mesa en su lista para la Generalitat.
La primera que abrió fuego fue la presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie, que lamentó la iniciativa de la mesa porque “tal vez acabas transmitiendo la impresión de que la independencia es imposible”. Hay que entender que la ANC es la promotora de la iniciativa Primàries, que aspira a presentarse a la Generalitat. Ya lo hicieron en las municipales, pero los resultados fueron muy discretos y su mejor candidato, Jordi Graupera, sufrió una humillante derrota como candidato a la alcaldía de Barcelona.
Precisamente una de las responsables de Primàries, Anna Arqué, hizo un hilo de Twitter en el que también cargaba contra la apertura de un diálogo para solventar la crisis política catalana. “La estrategia común de ambos gobiernos y los mismos partidos ha sido invalidar el mandato del 1 de Octubre, que se asuma dentro del independentismo y prepararnos para la aceptación ‘de facto’ de la rendición, reivindicando como más posible otro referéndum, con presos y exilio como muestra ‘realista”, ha criticado Arqué.
No ha sido la única. Gerard Sesé, miembro de la dirección de la Crida, dedicó todo un artículo en ‘LaRepública.cat’, un medio muy cercano a Carles Puigdemont, denostando el diálogo y la estrategia del ‘sit and talk’. “El Ejecutivo de Pedro Sánchez, el mismo del que depende la Fiscalía que sigue ejerciendo la represión judicial en Cataluña y del partido que aprobó el 155, ha encontrado en este encuentro la herramienta perfecta para demostrar al mundo que España es un Estado democrático que dialoga. Este será el titular y el Govern catalán ha caído de cuatro patas. Si fuera un diálogo sincero y abierto valdría la pena, pero ya se sabe de antemano que la Moncloa no está dispuesta ni a versar sobre la amnistía, el fin de la represión y el derecho de autodeterminación de Cataluña”, ha denunciado Sesé.
También Reagrupament
Todos estos sectores son muy cercanos a Puigdemont. Como es el caso de Reagrupament. David Vinyals, miembro de la junta directiva de Reagrupament, replicó en Twitter nada más y nada menos que a Jordi Puigneró, el favorito de Puigdemont para ser candidato a la presidencia de la Generalitat: “Pues eso… Volvemos a 2006. Somos una nación y tenemos derecho a decidir. Catorce años de proceso para regresar al punto de partida. Pero lo más gordo es que lo venden como el gran avance. ¿Qué hemos de hacer con esta gente?”.
Los sectores críticos con las conversaciones con Madrid lo hacen por cuestiones como la defensa del 1-O como un mandato democrático inamovible
Todos estos sectores defienden cuatro cosas: que la vía unilateral que se aplicó en 2017 estaba del todo justificada, que el referéndum del 1-O supone un verdadero mandato democrático, que la declaración de independencia no se defendió suficientemente y que se han traicionado las leyes de desconexión de los días 6 y 7 de septiembre de 2017. Por tanto, el problema para estos grupos nunca ha sido la DUI sino que Carles Pugidemont y los suyos nunca defendieron la república que se proclamó.
Mal augurio
Todas estas voces críticas representan un mal augurio para el futuro de la mesa de diálogo. Puigdemont tiene a tres personas sentadas a esa mesa —el ya mencionado Puigneró, Josep Rius y la ‘exconsellera’ Elsa Artadi—, y eso le da la potestad de acabar con la mesa cuando quiera o dejar a los republicanos sentados a la misma sin saber qué cara poner.
Con este tipo de reacciones, ya no se tratará solo de una baza electoral. Romper la mesa será una obligación para que todos estos sectores se integren en mayor o menor manera en la lista que impulse Puigdemont. Por tanto, la mesa tiene un futuro harto comprometido.