ABC 03/07/14
· La Generalitat, ERC y la Asamblea Nacional Catalana diseñan su propio «contraespionaje e inteligencia» para prevenir la lucha contra la secesión
«Si quieren guerra, la tendrán», avisaba hace unos días el consejero catalán de Economía, Andreu MasColell, a vueltas con sus discrepancias financieras con el Gobierno español. ¿Una forma de hablar? A juzgar por determinados informes que el Ejecutivo de Artur Mas, sus socios de ERC y la Asamblea Nacional Catalana (ANC), se ha instalado una psicosis bélica en el independentismo catalán. Son documentos que hablan de contraespionaje, de técnicas militares y de «guerra de guerrillas» en relación a una supuesta invasión española tras una hipotética declaración de independencia. Una «guerra fría» entre Cataluña y España, en definitiva, para la que se buscan personas «superdotadas» que pongan su alto coeficiente intelectual — superior al 99% de la población— al servicio de «acciones más estratégicas, discretas y efectivas» de la secesión. Por grotesco y disparatado que pueda parecer, ese es el objetivo de Inteligencia por la Independencia, una de las cuarenta sectoriales que forman parte de la ANC.
Tanto el Gobierno catalán como sus socios acostumbran a poner distancia de esos trabajos, que en algunos casos consideran apócrifos, como el informe del Centro de Seguridad de la Información de Cataluña (Cesicat), dependiente de la Generalitat, en el que se diseñó una Agencia Nacional de Seguridad con 300 mossos d’Esquadra a su disposición, un presupuesto de 28 millones y contactos con los servicios de espionaje israelí. Incluso la ANC no se hace responsable de los informes que elaboran sus sectoriales, como Defensa por la Independencia, que ha profundizado en los «servicios de inteligencia» y de «contraespionaje» que debería tener una Cataluña independiente. «Cuando seamos independientes, habrá servicios de inteligencia (estatales o no estatales) que querrán obtener información nuestra para sus propios intereses. Es un deber de la Agencia de Inteligencia proteger toda aquella información sensible que pue-
da ser utilizada en perjuicio nuestro», afirma el informe «Estructuras de Estado. Los servicios de inteligencia».
La ANC alude a la necesidad de crear un cuerpo de espías en «Estatuir Cataluña. Las acciones para establecer un nuevo Estado», donde se propone «una unidad dedicada a las actividades de contrainteligencia que establecerá una política de clasificación de la información de la administración», así como «una unidad especializada en el españolismo violento».
Y es que esta asamblea entiende que «ante la declaración unilateral de la independencia» y «en el contexto internacional actual, es difícil que España haga uso de la fuerza para tomar el control de Cataluña, pero ante una situación de elevada inestabilidad social por parte de grupos radicales que, de forma coordinada, rompan el orden público, España podría asumir el control de la seguridad».
Otro informe abunda en ese escenario de confrontación. Se titula «Doctrina militar: desarrollo de un modelo propio», según el cual «unidades regulares tendrían la misión de detener el avance de las fuerzas invasoras», mientras que «las unidades de reservistas, con el apoyo de las unidades profesionales supervivientes, emprenderían una guerra de guerrillas (emboscadas, sabotaje, incursiones, golpes de mano) con el objetivo de hostilizar y diezmar al ocupante y hacer insostenible la ocupación a largo plazo». La ANC calcula que el Ejército catalán necesitaría 50.000 militares en activo, 66.000 reservistas y 2.580 millones de euros al año. Sobre la necesidad de disponer de un Ejército catalán dio cuenta ERC en una ponencia, ahora en suspenso. Sugería un «cuerpo armado de élite» inspirado en Islandia.