ANV permanece hoy en buena parte de los ayuntamientos vascos. En el décimo quinto aniversario del asesinato de Gregorio Ordóñez, su viuda, Ana Iríbar –que va por libre–, exigió que los terroristas no puedan ir a las urnas en las próximas elecciones. Se han dado tantos pasos en falso, que el poso de la desconfianza aún persiste en las bases populares.
La expectación suscitada por la cita del próximo viernes entre el lehendakari y el presidente del PNV, en Ajuria Enea, se justifica por la necesidad de que poder y oposición abran una nueva etapa que amortigüe la tensión política en Euskadi y facilite la conjunción de esfuerzos para superar la crisis económica. Pero los indicios que se perfilan en el horizonte no constituyen un buen augurio. Más bien se perfila un encuentro idóneo para convertir la fotografía del sofá en munición para el marketing preelectoral en lugar de las alianzas estratégicas que la sociedad está reclamando. Si ni un solo representante del PNV de primera alineación tuvo el detalle de acercarse a la presentación en Madrid de la nueva imagen de campaña turística del País Vasco, cuesta creer que el grupo de Urkullu haya encontrado la fórmula de cultivar su imagen constructiva sin dejar de ejercer de oposición.
Patxi López se encontrará con un Iñigo Urkullu quejoso por la falta de comunicación en todos estos meses. Se encontrará con el dirigente de un partido que sigue receloso ante un Ejecutivo cuya legitimidad cuestiona permanentemente, obviando el pequeño detalle de que el PNV fue el partido más votado, en efecto, pero no consiguió la mayoría parlamentaria necesaria para formar gobierno.
En estos ocho meses de mandato socialista, el PNV se ha movido con gran habilidad con la consigna de minimizar cualquier logro de los nuevos gestores. Nunca se había aferrado con tanto entusiasmo a una encuesta como la del Euskobarómetro. Y nunca se había mostrado tan desapegado de las convocatorias institucionales como la pasada semana cuando sus representantes de primera alineación hicieron mutis por el foro al acto de presentación de la campaña de promoción turística de Euskadi en el edificio de la Bolsa de Madrid.
Bien es cierto que nunca habían estado fuera del poder. Y la primera vez que han tenido ocasión de demostrar qué intereses son los que priman en su escala de valores, desde luego Euskadi, si no está gobernada por ellos, parece que ha dejado de interesarles.
Y no sólo eso. Después de la promoción turística, arreciaron las críticas porque el lehendakari, ojo al dato, había sido «muy bien recibido» en Madrid, donde observaron que se había encontrado «muy a gusto». Como si fuera un desdoro que el lehendakari sea bien acogido en Madrid, por considerarlo contradictorio con su acomodo en su tierra, que no es otra que Euskadi. Como si fuera ‘menos vasco’ por promover, con éxito de acogida, una tierra como la nuestra que, a medida que se va sacudiendo la crispación de anteriores gobiernos y que al terrorismo se le quita el oxígeno, gana enteros en atracción turística.
Que ya no existe la bronca de anteriores legislaturas en torno a la lucha contra ETA es una realidad que reconoce el propio PNV, aunque la explicación que dan a la causa de la rebaja de la tensión no deja de ser interesada. Los dirigentes del PNV no salen de la consigna. La crispación fue «artificial» porque se creó «contra el PNV y, sobre todo, contra Ibarretxe», dicen. Es una forma de justificar el insoportable clima de las últimas legislaturas. Porque durante los mandatos del PNV hubo mucho consentimiento hacia el entorno político de ETA. Ahí están las hemerotecas para quienes no conozcan o hayan olvidado los años en los que Herri Batasuna y todas sus marcas utilizaron el Parlamento vasco a su conveniencia.
Entramos ya en un año de precampaña electoral y es conveniente no olvidar estos datos cuando todavía ANV permanece en buena parte de los ayuntamientos vascos. El sábado se conmemoró en San Sebastián el décimo quinto aniversario del asesinato de Gregorio Ordóñez. Su viuda, Ana Iríbar, se dirigió al auditorio para exigir que los terroristas no estén presentes en las urnas en las próximas elecciones municipales. Se han dado tantos pasos en falso cuando los gobiernos sucesivos han intentado una vía y su contraria para acabar con ETA, que el poso de la desconfianza todavía persiste en las bases populares. La viuda de Gregorio Ordóñez va por libre como heredera del legado de su marido, pero ejerce una influencia moral indiscutible en el PP del País Vasco.
Quizás por eso, aprovechó la ocasión para enviar su mensaje desde su faro de vigía del orden constitucional y estatutario. En ese acto conmemorativo estuvo Rosa Díez. Pero no se vio a ningún dirigente socialista. Tampoco todos los populares que fueron capaces de movilizarse cuando se cumplieron los diez años del recordatorio acudieron a la cita. Pero la convicción, en el mundo constitucionalista, de la necesidad de reforzar al nuevo Gobierno de Patxi Lopez ha tomado tanto cuerpo, incluso en los sectores más críticos, que María San Gil llegó a reconocer que «Gregorio estaría encantado con este Gobierno».
Los nacionalistas no dan ni un euro por este Ejecutivo. Repiten hasta la saciedad que el lehendakari es un ‘bluf’ y que está manejado por el consejero Rodolfo Ares. El periodista Emilio Alfaro, que acaba de incorporarse a Ajuria Enea como director de comunicación del lehendakari, tiene un gran reto por delante.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 25/1/2010