VICTORIA PREGO, EL MUNDO – 17/12/14
· Lo más sugestivo del auto de la juez Beatriz Balfagón, del Juzgado de Instrucción 31 de Barcelona, por el que imputa a cinco miembros de la familia Pujol, incluido el patriarca, es esta frase: «Cierto es que no deja de resultar sospechoso el hecho de que los fondos provengan de una herencia de más de 30 años atrás sobre la que no se aporta ninguna documentación». La juez hace ese comentario aparentemente de pasada para explicar cómo no es posible de momento hacer otra imputación a los miembros de la familia que no sea la de un presunto delito contra la Hacienda Pública.
Pero en esa frase está el anuncio de lo que puede suceder si, como parece más que probable, la instrucción avanza, la juez encuentra el hilo del que tirar y consigue establecer el origen efectivo de la fortuna del clan. Porque entonces será cuando se descorra el velo de lo que de momento no es más que una sospecha, pero una sospecha muy fundada: la de que esta familia se ha enriquecido con las sustanciosas comisiones ilegales cobradas a las empresas que contrataban con la Generalitat a lo largo de los muchísimos años que Jordi Pujol dirigió los destinos de Cataluña.
Y no sólo esta familia. Si la investigación judicial llega a las puertas de esta fortaleza hasta hoy secreta en la cuantía pero de la que se han escapado algunos flecos significativos, y logra abrir esas puertas, veremos un paisaje de corrupción masiva, institucionalizada y mantenida a lo largo de décadas. Y veremos desfilar a los próceres del nacionalismo catalán enredados en enjuagues tan inacabables como indecentes.
Nada, por otra parte, que los vaya a diferenciar del resto de los infinitos estafadores del dinero de los españoles que aparecen cada día en los medios de comunicación, salvo por una cosa: estos de Cataluña llevan toda la vida vendiéndonos que trabajaban para «fer pais». Es en esa tarea en la que han pretendido sublimar su mangancia y en la que pretenden todavía ser comprendidos y hasta respaldados por los electores.
Lo que mueve a la estupefacción es que, hasta el momento, los catalanes no den muestras en los sondeos de una voluntad decidida de arrasar con esos políticos que han hecho de Cataluña el pretexto para sus negocios sucios. No se registran índices de supina indignación, como sí se detectan en el resto de España. Y es porque el tema que les mantiene encandilados es el de si Cataluña va a ser o no independiente. Ése es el alpiste que los malhechores han esparcido entre la población para mantenerla entretenida mientras ellos engordaban sus arcas con el dinero de todos.
Pero la auténtica función, la de verdad, ha empezado ya y el espectáculo puede llegar a ser estremecedor y grandioso.
VICTORIA PREGO, EL MUNDO – 17/12/14