EL CORREO 16/09/14
· Gordon Brown pone fecha al inicio del debate sobre el aumento y blindaje de competencias, una promesa de la que muchos votantes no se fían
¿Qué pasaría si el PP y el PSOE se pusieran de acuerdo para ofrecer a Euskadi el traspaso y el blindaje de todas las competencias pendientes y pusieran fecha al inicio del debate en el plazo de un mes? Eso es, a grandes rasgos y salvando todas las distancias, lo que está sucediendo en Escocia, aunque con un referéndum de independencia de por medio y un empuje del ‘sí’ en las últimas encuestas que ha puesto los pelos de punta a los ‘tories’, los laboristas y los liberal-demócratas británicos, integrantes de la campaña ‘Better Together’ a favor de la permanencia en el Reino Unido. «Están unidos en el pánico», dice Daniel Kenealy, subdirector de la academia de Gobierno de la Universidad de Edimburgo –la escuela que forma a los futuros líderes políticos– y exasesor del comité para asuntos externos y europeos del Parlamento de Holyrood.
Ese pánico ha cristalizado en una propuesta en firme, en caso de que triunfe el ‘no’, de una autonomía casi plena para Escocia, de la que solo quedarían fuera las decisiones en materia de Defensa, Asuntos Exteriores y, muy probablemente, las pensiones. Un nivel de autogobierno muy similar al de Euskadi – aunque en el Estatuto de Gernika sí figura la Seguridad Social, no transferida–, ya que permitiría al Legislativo escocés fijar y recaudar los impuestos con un sistema similar al del Concierto Económico e impulsar sus propias políticas sociales.
De hecho, esa aspiración, conocida en el lenguaje político como ‘devo max’ –un término que hace referencia a la devolución total de poderes–, ha sido, desde que se creó el Parlamento escocés a finales de los noventa, la opción preferida por los ciudadanos, sobre todo en los últimos años. Desde 2011, la plena autonomía fiscal ha superado en todas las encuestas a la independencia y al mantenimiento del ‘statu quo’, con un porcentaje superior al 55% de escoceses partidarios de que el Parlamento gestionase la política fiscal y el bienestar social.
Precisamente por eso, David Cameron vetó que la opción de la devolución de competencias pudiera marcarse con una X en la papeleta del referéndum y forzó a Alex Salmond a una consulta con una pregunta única sobre si separarse del Reino Unido o permanecer bajo su paraguas. Una circunstancia que al Gobierno vasco y al PNV les gusta recordar para llevar la cuestión al terreno en el que se sienten cómodos, el de la profundización de las cotas de autogobierno en un marco de cosoberanía o interedepedencia con los Estados. «Se fijan en nosotros», dicen. «Es lo que Salmond ha defendido siempre antes de que empezara todo este lío», añaden.
No en vano, el nacionalismo institucional vasco es consciente de que un triunfo del ‘sí’ escoraría el debate en Euskadi y Cataluña hacia el resbaladizo terreno de la segregación y, en cambio, saben que, si vencen los partidarios de la Unión, «Escocia habrá ganado también». No solo porque habrá ejercido su derecho a decidir, sino porque, inevitablemente, el debate sobre la máxima autonomía sería una realidad desde el mismo día después, un escenario que los jeltzales ven con agrado y más tranquilidad.
«Suceda lo que suceda el jueves, será el comienzo de un proceso de cambio», corrobora el politólogo Kenealy en su despacho del bonito campus universitario de Edimburgo. Si el debate se centra en la autonomía, el PNV aprovecharía el viento a favor para explotar ante Mariano Rajoy su posición pactista frente al rupturismo catalán. Si no, los jeltzales se centrarán en extraer lecciones sobre la posibilidad de acoger en el seno de la UE a un país segregado de un Estado miembro.
Poderes irreversibles
Sea como fuere, Escocia mirará inevitablemente a Euskadi y al funcionamiento práctico de su sistema fiscal propio si gana el ‘no’ y se empieza a desarrollar el calendario anunciado por Gordon Brown, que ha propuesto además un cambio constitucional que haga irreversibles los poderes del Legislativo escocés, una aspiración muy similar a la bilateralidad que demanda el lehendakari Urkullu para evitar laminaciones estatutarias. El exprimer ministro laborista, visto con simpatía en su Escocia natal, ha abandonado una jubilación tranquila para convertirse en el abanderado y aglutinador de la oferta de corte federal de los tres partidos contrarios a la independencia.
Brown ha propuesto un calendario que permitiría que la ley de devolución estuviera lista en enero de 2015 y, ahora, para reforzar la verosimilitud de sus promesas, acaba de comprometerse a que el debate comience en la Cámara de los Comunes justo un mes después de la eventual victoria del ‘no’ en el referéndum, el 16 de octubre.