Hoy se cumplen diez días de la aventura que José Luis Ábalos empezó a mantener con Delcy Rodríguez, delincuente internacional que detenta el cargo de vicepresidenta de Venezuela, con la legalidad de la UE, con el reparto de competencias entre el surtido de ministros sanchistas. Y con la verdad, sobre todo con la verdad. Cinco versiones dio de su encuentro con la vice chavista y ninguna era buena.
Por abreviar, diremos que la única versión de los hechos razonable es la que dio la periodista venezolana, Ibeyise Pacheco. En resumen: el viaje respondió a una iniciativa de Pablo Iglesias, que invitó a su homóloga a viajar a Madrid para mantener una reunión a tres con Pedro Sánchez y él mismo. Así contraprogramarían el viaje de Guaidó. Según la SER, Exteriores conocía desde semanas atrás la intención de la mano derecha de Maduro de viajar a España. Aunque el avión hubiese despegado, habría manera de enviar noticia de la prohibición para que volviera a su origen. O virar al final a estribor para ir a algún aeropuerto marroquí, no comunitario.
Y en esto llegó Ábalos, que el lunes de madrugada se planta en Barajas, pero no en el coche del parque móvil, ojo, que eso le daría a su excursión un carácter oficial. Él no sabía que en el avión viajase alguien más que su amigo, el ministro de Turismo, Félix Plasencia y que cuando se enteró no mantuvo reunión alguna con ella; se limitó a saludarla durante 25 minutos. En el ínterin, debió de tener tiempo para hablar con el ministro del Interior, que ya puesto le encargó transmitir a la visitanta (©Carmen Calva) la prohibición de pisar suelo europeo, cosa que él hizo con diligencia y esmero. La vicechavista, no solo pisó el suelo del aeropuerto, sino que se trasladó de la T1 a la T4, se instaló en la sala VIP y recorrió la tienda duty free. ¿Y qué consideramos suelo español, si puede saberse? Pues según el Tribunal Constitucional en auto de 1996, además de los aeropuertos españoles en toda su superficie el espacio aéreo, o sea que el avión bolivariano había violado las normas de la Unión Europea ya antes de aterrizar.
Hay más, claro. ¿De donde le viene a Ábalos su amistad tan estrecha con un ministro de una dictadura? ¿Por qué tiene que ir a recibirle de madrugada y con clandestinidad? Plasencia, en ejercicio de lo suyo iba asistir a Fitur al día siguiente. ¿Por qué no quedar allí o citarlo en el Ministerio para marcar diferencias con Guaidó, a quién la neófita González Laya negó el Palacio de Santa Cruz para atenderlo en Casa América?
El doctor Fraude explicó que Ábalos había evitado una crisis diplomática, tesis a la que se acogió gozoso el interesado y que repitió, comiéndose las consonantes como suele, la portavoz Chiqui Montero. No solo no la ha evitado, sino que él mismo ha montado un pollo de mucha categoría. Y por si eso fuera poco, ha implicado en el montaje a Grande-Marlaska. Si tan bien lo ha hecho, ¿por qué lo esconden?¿En qué país se ha visto que un ministro del Interior confíe el restablecimiento de la Ley a otro ministro de su Gabinete? Bastaría con que confiase la tarea a unos policías competentes. Para detenerla, no para llevarla de terminal en terminal.