La aversión de Feijóo hacia Vox

JUAN CARLOS GIRAUTA-ABC

  • «Me siento más cercano a Page». ¿Comparamos partidos o personas? Sentirse cercano a Page es fácil. Ha sido el barón más crítico con Sánchez

Ha explorado todas las formas del desprecio para referirse al partido de Abascal. La última: «Vox no es un buen socio, me siento más cercano a Page, si necesito veinte escaños voy a hablar con el PSOE«. Vayamos por partes. »Vox no es un buen socio«. Pero permitió, a cambio de nada, investiduras de populares cuya relevancia es difícil de exagerar: Ayuso, Moreno. Si por socio entiende al que suscribe con el PP pactos de investidura, la afirmación es injusta. En cualquier caso, si tan malos socios son, ¿por qué comparte ahora gobiernos autonómicos con ellos? Para el PP, un buen aliado es el que se atiene silente a su voluntad, conveniencia y dictados. Ciudadanos alcanzó un acuerdo para investir a Rajoy, lo que no impidió que el portavoz del PP reservara para el hoy extinto partido las más severas críticas. Además, mal socio, el PP incumplió el corazón del pacto, concerniente a la regeneración: nueva legislación electoral para incrementar la proporcionalidad, o eliminación por ley de los aforamientos y de los indultos por corrupción.

«Me siento más cercano a Page«. ¿Comparamos partidos o personas? Sentirse cercano a Page es fácil. Ha sido el barón más crítico con Sánchez, y su escala de valores difiere poco de la que tiene el votante de derechas. Pero Page es una excepción en el PSOE. Quizá lo que quiera decir Feijóo es que desearía entenderse con un PSOE liderado por Page, o por una personalidad similar. Solo que ese PSOE no existe. O, mejor dicho, solo existe en la cabeza y en el discurso de Feijóo. Paradójicamente, es el líder de la derecha el hombre que más empeño pone en blanquear al partido… de Zapatero y Sánchez. Mientras, nos promete que derogará el sanchismo. Solo Feijóo cree que el PSOE está soportando a Sánchez mal que mal, que el grueso del socialismo quiere librarse de su líder para comportarse como una formación socialdemócrata aseada, impaciente por abandonar sus ataduras con la ultraizquierda, el golpismo separatista y el brazo incorrupto de la ETA. Insistir en la entelequia de que existe ese ‘verdadero PSOE’ es un engaño triste. La derecha social no se lo traga, pero se trata de crecer por la izquierda. ¿Es una jugada estratégica, o solo la última expresión de acomplejamiento de una derecha que asume la superioridad moral de la izquierda?

«Si necesito veinte escaños voy a hablar con el PSOE». Conclusión lógica de lo anterior. Confirma que Vox le parece indeseable, que la izquierda (la única que existe) es preferible al partido de Abascal. Con ello se sitúa en un bloque imaginario formado por PP y PSOE, reafirmándose en una equidistancia insultante donde las peores escurrajas del sistema, aliadas del PSOE, enemigas de España y de la Constitución, son lo mismo que Vox pero por la derecha. Calumnia que, según cree, no le resta votos. Si su apuesta triunfara, el tercero sería Sumar, y el que no sumaría sería él.