La balcanización de Cataluña

LIBERTAD DIGITAL
PABLO PLANAS 04/07/14

El separatismo catalán es desopilante, una fuente inagotable de material bufo, entre lo ridículo, lo cómico y lo patético. Un cachondeo, sí. Que si Cervantes y Colón eran catalanes, que si austracistas contra borbónicos, que si una de las naciones más antiguas de Europa y tal. Un vistazo en diagonal a la actualidad política catalana provoca un abanico de impresiones que oscilan entre el «no me lo puedo creer» y el «¿será posible?». Diversión asegurada para públicos con estómago de hierro. No se han agotado los ecos del documento en el que la Assamblea Nacional Catalana (ANC) marcaba los objetivos a asaltar el día de la independencia –el aeropuerto, el puerto y el paso de La Junquera, entre otros–, cuando la sectorial Defensa per la Independència de la dicha ANC regala a los lectores en general y a los seguidores de Wodehouse en particular el primer cuaderno de bitácora de la «Fuerza Naval» catalana, los pasos a seguir en el caso de que España o Francia decidan invadir Cataluña y cómo será el Ejército catalán.

Es para partirse, pero la crisma. La ANC pretende ser lo que en catalán se conoce como el pal de paller (palo de pajar o piedra angular) del proceso. Se trata de la extendida versión de que Mas está maniatado y sometido a los designios de la ANC, convertida en algo así como el pueblo catalán en marcha. Será, pero la mayoría de los miembros de la organización separatista son militantes de ERC, de las CUP y hasta de CiU, de las dos, la de los Pujol y la de Duran. Y el dinero procede de las administraciones públicas, así como de las administraciones son las facilidades para que se monten chiringuitos los fines de semana o demostraciones patrióticas en fiestas populares en las que se entona Els Segadors cual Eusko Gudariak en el País Vasco de las herriko tabernas, bien cargado el ambiente de alcohol, nacionalismo y testosterona de fin de semana.

Los periódicos de Barcelona han corrido un tupido velo sobre el asunto de las fragatas, las corbetas, los drones y los marines catalanes. Y al poco de trascender la noticia la dirección de la ANC se apresuró a emitir un comunicado en el que afirmaba que los documentos de su sectorial no representan la opinión de la ANC, o algo por el estilo. Lo de siempre, un lamentable malentendido, como cuando aprobaron en asamblea lo de asaltar los edificios e infraestructuras del Estado al grito de «Visca Catalunya i visca el Barça» para declarar la República Catalana del 23 de abril de 2015. Madrid, que todo lo tergiversa.

Cabe recordar que esta ANC tan cívica, pacífica y festiva que diseña golpes de Estado y se prepara para escenarios insurreccionales y guerras de guerrillas, cuenta con los parabienes y la consideración de la Generalidad; que sus miembros son agasajados y celebrados como luchadores, siempre pacíficos, por la libertad; que se les homenajea, masajea y entrevista en los medios de comunicación catalanes y que la más leve crítica contra su organización se considera una agresión al pueblo de Cataluña.

Quien osa discrepar es un enemigo de los catalanes, así, en genérico. En cambio, ellos, Carme Forcadell y sus voluntarios, son tenidos por ciudadanos ejemplares, aun hasta cuando se plantean futuribles balcánicos como una guerra contra España o un cuerpo de reservistas entrenados en tácticas guerrilleras de unos cincuenta mil migueletes, lo cual puede resultar tan gracioso ahora como tristemente lamentable a medio plazo para quienes no se sepan la letra del golpe de hoz.