ARCADI ESPADA – EL MUNDO – 21/08/16
· Mi liberada: Creo que todos los españoles, y tú misma, tenemos un deber patriótico para con pedro sánchez castejón. Hay que ayudarle. Es difícil, pero hay que ayudarle. Hay que explicarle las cosas despacio, atender a sus bajones, no desmoralizarse con él ni a la primera ni a la segunda ni a la cuarta vez. Es verdad, y estarás ya pensándolo, que mi escepticismo ante la posibilidad del aprendizaje es considerable, y que lo que irrevocablemente cuenta es la madera, el fuste torcido de la humanidad.
Pero yo estoy patrióticamente dispuesto, no solo al esfuerzo, sino a que una camisa de fuerza ciña mis convicciones. Tampoco deberíamos distraernos por carreteras secundarias. No importan las razones por las que sánchez castejón se haya encasquillado. No deberíamos descalificar sus intenciones haciéndolas hijas del cálculo egoísta, el partidismo o las humillaciones sufridas en la infancia. Las razones de sánchez castejón no importan a nadie, y no son el problema a examinar. Incluso a él le gustaría tener razones. Nuestra misión no es comprender esa cabeza, sino desmentirla. Repito que con docilidad, sin perder los nervios, y hasta con afecto.
El 20 de diciembre pasado cristalizaron las consecuencias del cambio más importante que se ha producido desde la Transición. El cambio ha consistido en la desaparición del catalanismo político y el paso a la ilegalidad de dos partidos que representan, aproximadamente, a la mitad de los votantes de Cataluña. El cambio ha traído muchas consecuencias y va a traer muchas más. Te apunto una que en otro momento querría explorar con detalle; y es la pérdida de sentido de las decisiones de los políticos. No es un problema estrictamente español: solo cabe mirar a los Estados Unidos de Trump. Pero, en nuestro caso, la peste ha entrado por Cataluña y ha acabado por infectar todo el solar patrio.
Lo que ahora nos interesa para el aprovechamiento de sánchez castejón son las consecuencias del cambio sobre la estabilidad parlamentaria. Durante dos legislaturas de Felipe González, una de José María Aznar y las dos de José Luis Rodríguez Zapatero, fue el catalanismo político, y en algún momento el nacionalismo vasco, los que permitieron sumar mayorías estables. A cambio del chantaje y del debilitamiento del Estado, ciertamente, pero ése es otro asunto. El paso a la ilegalidad de la antigua Convergència y de Esquerra Republicana hacen ahora imposible el cumplimiento de su función parlamentaria tradicional. Es imposible por la derecha, pero también por la izquierda. Tras el 20 de diciembre, la ilegalidad nacionalista impidió un acuerdo de gobierno entre el Psoe, el partido Podemos y sus fracciones regionales. Es verdad que el tumulto populista estaba, y está, dispuesto a facilitar la celebración de un referéndum de autodeterminación; pero los socialistas no podrían aceptarlo sin salir rotos a pedazos. El mismo asunto es, en el fondo, lo que impide un acuerdo de investidura por la derecha que incluyera a PP, C’s y Pnv. Es verdad que C’s es la nueva y útil bisagra; pero es una bisagra nacida en el antinacionalismo. No solo se opone a la secesión; es que se opone, y con toda la razón democrática, al cupo, al menos en su cálculo actual.
Hay ya mucha materia y quizá es el momento de ver si sánchez castejón da signos de haber asimilado lo sustancial. ¿Cuál es la característica más importante de este escenario? ¡Su estabilidad, sánchez! En unas terceras, cuartas o septuagésimas elecciones el Psoe podría arrebatar votos al partido Podemos. Bien está. Los que quiera. Mientras sánchez castejón lo lidere, nunca serán suficientes para darle una mayoría absoluta. Sus posibilidades de gobierno seguirán dependiendo del apoyo de la izquierda tumultuaria. Tal vez parte de esa izquierda se lo daría con gusto y renunciaría al derecho de autodeterminación. Pero otra vez aquí el factor catalán es decisivo: a la izquierda del Psoe no hay nada sólido sin Ada Colau y Ada Colau no sería nada sólido si renunciara al referéndum de autodeterminación. La única posibilidad que tiene el Psoe de reconstruirse es conquistando de nuevo parte del voto centrista que pueda compartir con C’s y PP. Y en ese sentido, y aun contando que los españoles viejos son sensibles al numantinismo, es improbable que la política empecinada de sánchez pueda darle más fruto que el tibio y resignado calor de sus muy fieles.
Las conclusiones que se siguen son escandalosamente obvias. Mariano Rajoy no podrá formar gobierno ni gobernar sin un apoyo, explícito o implícito, del Psoe o de una parte del Psoe. Esto explica, aunque no justifica, el desabrimiento y la irritación con que Rajoy encara las formalidades del pacto con C’s: sin el Psoe, todo eso le parece el mismo juego de manos del pacto entre socialistas y Ciudadanos de la hipolegislatura. No es probable que la repetición de las elecciones cambiase la distribución del voto. Pero si lo hiciera, por influencia de una gigantesca abstención, sería para dar, finalmente, una mayoría parlamentaria a la coalición de PP y C’s. Ningún cambio trascendental se intuye por el lado de la izquierda.
Pero aun sucediendo eso el problema nuclear persistiría. El problema nuclear es que el nacionalismo catalán ha abandonado el juego democrático y eso obliga a una reacción de los dos grandes partidos españoles. El primer paso, elemental, es garantizarse su colaboración mutua en situaciones de emergencia como la actual. Luego quizá deban plantearse la posibilidad de una nueva ley electoral; pero me temo que, contra el criterio de C’s, el objetivo prioritario de la reforma no sería ampliar la proporcionalidad, sino facilitar la gobernanza.
No estoy seguro de que el Partido Popular haya entendido a fondo las radicales y urgentes obligaciones que el secesionismo impone. No estoy seguro de que fuera capaz de proponer al Psoe la colaboración que ahora le exige, en el caso de que un protopresidente sánchez la necesitara. Pero de momento cabe darle a su conducta el beneficio de la duda. Una tarea imposible con el actual grupo dirigente del Psoe, cuya capacidad de análisis de la situación es, bien lo ves, minúscula.
Y sigue ciega tu camino
ARCADI ESPADA – EL MUNDO – 21/08/16