En la medida en que considera que sí puede haber una vulneración de la libertad de expresión y de asociación de Batasuna, el Tribunal Europeo deja a un lado el hecho sobradamente probado en España de la condición terrorista de los demandantes. Que la admisión a trámite no prejuzgue el resultado no le quita un ápice de gravedad a la decisión.
Europa sigue siendo una entelequia en casi todo. Y desde luego en asuntos de terrorismo. Admitir a trámite la demanda de un grupo terrorista, Batasuna, es una bofetada a las víctimas, a los ciudadanos españoles, a la libertad y a los derechos humanos que está precisamente obligado a defender el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
Que la admisión a trámite no prejuzgue el resultado no le quita un ápice de gravedad a la decisión. En la medida en que considera que sí puede haber una vulneración de la libertad de expresión y de asociación de Batasuna, el Tribunal deja a un lado el hecho sobradamente probado en España de la condición terrorista de los demandantes. Lo pone en duda, algo que jamás haría ante la demanda de un dictador, de los grupos terroristas que sí reconoce con claridad, Al Qaeda, por ejemplo, o, simplemente, del nazismo, el único movimiento criminal al que Europa parece sensible. Para ello tuvieron que ser asesinados seis millones de judíos. Para que los tribunales no dedicaran un solo minuto a la libertad de expresión de los grupos que abogan por el exterminio de los judíos.
El problema de Europa es que aún se empeña en no conocer nada sobre terrorismo etarra y lo que conoce lo hace a través del Estado español. Y el Estado le ha dicho durante los últimos cuatro años que pone en duda todo aquello que le había transmitido el Gobierno anterior, las víctimas del terrorismo o los movimientos cívicos. Que Batasuna es ETA, pero menos, por lo que el PSOE va a formar una mesa de partidos con ella, que ETA quiere la paz, que sus votantes, aunque no lo parezca, repudian la violencia y necesitan un partido legal para expresarse, que lo del PCTV y ANV no está claro y que no se sabe qué es peor, si los extremistas de Batasuna o los extremistas de la resistencia.
Ése es el fondo político que sustenta la decisión de Estrasburgo. Si no existiera, el Tribunal no se habría avenido a deliberar sobre el derecho a la libertad de expresión de un grupo terrorista. No elimina la responsabilidad de ese Tribunal, pero sí sirve para entender, nuevamente, que la clave de la lucha contra ETA es puramente nacional.
Edurne Uriarte, ABC, 17/12/2007