Juan Carlos Girauta-El Debate
  • La olla a presión. Es lo que sucedió con el poderosísimo bloque del Este cuando se legalizó al bendito sindicato polaco Solidaridad. La brecha. No solo cayó el régimen comunista en Polonia: en poco tiempo no había bloque del Este

Malos tiempos para el wokismo (la izquierda) y para la derecha que a él se sometió, persuadida de que «eso de la guerra cultural» era una chorrada. Como la miserable Castilla inexistente de Machado, los populares desprecian cuanto ignoran. Lo que es peor, despistados y traidorzuelos, creen realmente que los administrados valoran la gestión de la economía a la hora de votar, y que lo mejor que se puede hacer con el cine, las plataformas, la universidad, la escuela, los medios, y demás fábricas de imaginario, es dejárselas a la izquierda.

Malos tiempos para la izquierda y para esa derecha vergonzante que ha ido asumiendo una por una, hasta hacerlas suyas y defenderlas con el fervor del converso, unas causas estrictamente ideológicas: la apertura de fronteras con periódicas regularizaciones masivas de inmigrantes ilegales, las políticas de género, el catastrofismo climático, el nacionalismo lingüístico. También tiene esta gente un miedo cerval e inexplicable a que les acusen de franquistas un puñado de partidos que llevan las mismas siglas que cuando el Frente Popular. Siendo así que los acojonados portan siglas nacidas en democracia. No se entiende… más allá del canguelo al cuento chino de una guerra civil romántica en blanco y negro. Extendida y perdurable mixtificación que debemos a los comunistas de las Brigadas Internacionales y al pesado de Ernest Hemingway. Las primeras tuvieron que fusilar a quinientos ¡de los suyos! por excesos. El segundo, otro turista del asesinato impune, se dio el capricho de disparar a bulto, por diversión, desde un puesto de francotiradores.

Malos tiempos para los verificadores tipo Ana Pastor (la chunga). Hasta el magnate woke que dirige Meta (Facebook, Instagram…) se ha pasado a la libertad de expresión. Mark Zuckerberg tendrá que hacer más para reparar todo el daño que ha infligido a la libertad mundial y a la salud mental de la juventud, pero de momento, como tonto no es, ha comprendido que lo de Elon Musk y su red X no tiene vuelta atrás. Malvado pero no idiota, Zuckerberg entiende algo que aún no ha entrado en las cabecitas de esa mafia cubierta con el pasamontañas del «consenso europeísta» (socialistas, populares, pseudoliberales y verdes, con gran respeto a la extrema izquierda): si abres una brecha en un sistema cerrado, de inmediato escaparán a él todos sus elementos, los que quieren y los que no, pasando a un sistema abierto. La olla a presión. Es lo que sucedió con el poderosísimo bloque del Este cuando se legalizó al bendito sindicato polaco Solidaridad. La brecha. No solo cayó el régimen comunista en Polonia: en poco tiempo no había bloque del Este.

Elon Musk ha abierto la brecha (y agentes tan ridículos como La Vanguardia se han creído que detendrían lo inexorable yéndose de X). En poco tiempo ha ganado Trump, ha caído Trudeau, el FPÖ va a gobernar Austria, Macron da señales de pánico y no controla nada, Starmer va a pasar a la historia de la infamia en breve. Y todo en este plan.