En el castillo de Frankenstein andan a las trompadas. Yolanda Díaz se enzarza con su jefe por la cancelación de los Presupuestos. Emejota Montero le responde con gestos desabridos en la propia bancada del Congreso. La culpa, al cabo, es de Colau, su socia en Sumar, que ha tumbado las cuentas catalanas de ERC. «Ni controla a Podemos ni le hacen caso los Comunes», es la letanía que se difunde ahora desde Ferraz contra la vicedós chuli-chilísima. Oscar Puente, de verbo desatinado y virulento, obsequia una colleja a Bolaños. gran ingeniero de la factoría monclovita. «Se lo dije al presidente hace un mes», apunta el titular de Transportes, cercado por el caso Ábalos, su predecesor. «No eran necesarios los Presupuestos, se prorrogan los que hay y a otra cosa».
En ‘la casa del presidente’ -como dice Feijóo cuando se refiere al obscuro asunto del ‘caso Begoña’, para citar sin mencionar- hay un ambiente enrabietado, una sensación de todos contra todos. Algunos recién llegados, como el titular de Economía, se lanzan cuerpo a tierra que vienen los suyos para esquivar las balas perdidas. Vuelan las navajas, abundan las puñaladas y se prodigan con generosidad las zancadillas. La gran familia de la izquierda representa a estas horas el primer acto de esa adorable función titulada «Sálvese el que pueda«, tan frecuente en los partidos en declive y en las compañías de teatro en quiebra.
El cansancio se va llenando de turbios rencores en la cofradía del progreso. Pensaban festejar la amnistía como el gran bálsamo que les aliviaría de Koldo y sus miserias, y se encuentran con un cambio drástico de guion erizado de amenazas y contratiempos. El adelanto electoral decretado por Pere Aragonès Gacía ha descabalado los planes de Moncloa. Amnistía y presupuestos aseguraban una apacible y larga legislatura de más de tres años. «Señores del PP, se les va a hacer eterno», recitaba el coro monocorde del gallinero. Ese era el plan que predicaba Félix Bolaños, dedicado últimamente al autobombo desmedido, quizás por algún problema de afectos o de desequilibrios. La jugarreta de ERC, una bofetada a su odiado rival de Waterloo, ha resonado en las galtetas del Gobierno como uno de esos asaltos de Power slap, en el que dos mastuerzos se sacuden tremendos bofetones hasta que uno cae redondo y se convierte en héroe de youtube.
Con el agravante de que tanto las urnas vascas como las catalanas llegan desbordadas de cicuta para el PSOE, puesto que en ellas contienden, por parejitas, cuatro de los socios imprescindibles para la estabilidad del actual Ejecutivo
Sánchez se encuentra de repente ante un escenario imprevisto. Tres citas electorales antes del verano, sin apenas algo que ofrecer a una parroquia muy mosqueada con las historias de corrupción que enlodan a sus siglas y sin apenas alguna engañifa con la que asomarse a los mítines o comparecer ante los medios. Con el agravante de que tanto las urnas vascas como las catalanas llegan desbordadas de peligros, puesto que en ellas contienden, por parejitas, cuatro de los socios imprescindibles para la estabilidad del actual Ejecutivo. Bildu contra PNV y ERC contra Junts, ese es el cartel de los combates en los que, muy posiblemente, serán los socialistas quienes, al final, tengan que decidir la figura del ganador. ¿Cómo respondería Puigdemont caso de que Illa apalanque a Aragonès en el sillón de la Generalitat? ¿Qué hará el PNV si los socialistas vascos se inclinan por favorecer a un Bildu vencedor en los comicios? Interrogantes que alimentan pesadillas y que pueden alterar drásticamente el curso de los acontecimientos. No podrá Sánchez dar satisfacción a todos, aunque a todos necesita.
Un BOE de utillería
Con el añadido de que, pase lo que pase, gane quien gane en estas urnas regionales, el gran narciso tiene asegurado otro colosal castigo en la cita de las europeas. A batacazo por mes, sin estabilidad parlamentaria, sin Presupuestos, con unos socios caníbales, crecidos con la gracia del perdón (inconstitucional e infame), bendecidos para volver a hacerlo, condecorados por su golpe del 17, que seguirán reclamando concesiones inconstitucionales, que intensificarán sus inasumibles exigencias con las que se desmonta el Estado y se descuartiza una nación. Una situación indigerible, un horizonte imposible para llegar a las generales del 27.
El independentismo acaba de tomar el mando de la situación. Controla, dispone, exige, dicta, humilla. Sánchez hace que gobierna, pasea su palmito por fotos y foros pero se limita a obedecer, con vergonzante sumisión, a quienes le aseguran su continuidad. Sigue controlando el BOE pero, con las cuentas del Estado congeladas, no podrá ni convocar oposiciones a ordenanza de ministerio. La legislatura de la estabilidad y los avances sociales va a convertirse en una tediosa pesadilla. Esa molesta rutina que supone el no poder escapar del infierno. La casa del presidente empieza a hundirse. Sin remedio. Ay de ti, Pedro.