Tonia Etxarri, EL CORREO, 15/8/11
Ex ediles vascos preocupados ante la comunicación de que se les retira la protección sin conocer las causas de la decisión tomada por el Ministerio del Interior
Cuando se mantiene una esperanza ciega en vagas promesas políticas y la realidad devuelve la imagen más oscura de los hechos sobreviene la decepción. Bildu sorteó los obstáculos legales para poder aprovecharse de las elecciones locales insinuando que iba a cortar su cordón umbilical con la violencia. Y le creyeron. Muchos. No sólo quienes le votaron premiando los dos años de ausencia del terrorismo de ETA, sino los dirigentes políticos que no ocultaban su miedo a quedar descolocados. No sólo los minoritarios que, como EA y Alternatiba, se subieron al tren de la izquierda abertzale para sobrevivir electoralmente. Muchos más.
Pero Bildu poco a poco ha ido desgranando su intención de equiparar el sufrimiento de víctimas y verdugos, como si la historia de terror que se ha vivido en Euskadi durante más de 40 años hubiera sido reflejo de un enfrentamiento entre dos bandos. Y al observar esa treta de blanquear la trayectoria de la banda sin otro fin que justificar su existencia pasada, el ex alcalde de San Sebastián Odón Elorza, principal valedor de la legalización de Bildu, se lamenta. A buenas horas. Y Patxi López reconoce que la izquierda abertzale sólo avanza si se le presiona judicialmente (bienvenido al club de los escarmentados, lehendakari) mientras Rubalcaba y Blanco, en plena campaña electoral sin descanso estival, hacen equilibrios para endurecer su discurso.
Están decepcionados. Se han caído del caballo y les duele el golpe, aunque no se atrevan todavía a reconocer la dimensión del batacazo. Esperaban que la izquierda abertzale empujara a ETA a su desaparición. Y ahora ven que la reconversión forzada de los herederos de Batasuna no acaba de llegar. Valoran positivamente que hayan rechazado el ataque a la memoria de las víctimas, pero saben que si permiten que Bildu equipare a unas víctimas con otras, habrán perdido la batalla de la dignidad y la memoria. Entre otras cosas, porque las víctimas del terrorismo nunca les van a perdonar.
El PNV, que se encuentra atenazado entre la presión abertzale de Bildu y el adelanto de la convocatoria electoral, se muestra tan sorprendido de que ahora la izquierda abertzale haya cambiado de táctica que cree que los herederos de Batasuna también se han dado de bruces con la realidad. Eso dice Andoni Ortuzar cuando destaca que el mundo de Batasuna antes no quería «entrar el juego» de las instituciones del Estado y, sin embargo, ahora quiere sentarse en los escaños del Congreso de los Diputados. Pero esa transformación no tiene nada que ver con una ’caída del caballo’, sino con una necesidad de los abertzales de utilizar las instituciones democráticas del Estado en beneficio propio.
En los tiempos en los que fueron una formación proscrita por haber formado parte del entramado de ETA, según sentencia judicial, vieron sus arcas medio vacías y su capacidad de influencia ciertamente disminuida. Ahora, que se les ha subido el triunfo electoral a las balconadas festivas, no piensan dejar pasar ni una oportunidad de recuperar la calle y hacer toda la publicidad en favor de sus presos que en otros tiempos fue considerada delictiva. Los donostiarras están de fiesta grande y su alcalde defiende los guiños a ETA como una expresión de libertad ciudadana mientras las consignas de amnistía (¿no hubo una de las primeras elecciones democráticas?) resuenan por las callejas de la ciudad.
El consejero Ares tiene motivos para estar más tranquilo que en los veranos anteriores porque ya no hay terrorismo callejero. Cierto. Ha sido sustituido por la propaganda en favor de los presos. Pero no está satisfecho de lo conseguido hasta ahora si tiene que decir a Bildu que demuestre «con hechos su ruptura con ETA».
¿Cuándo rompió?, se preguntan quienes aseguran haberse perdido el telediario el día en que se daba la noticia de que la formación independentista había roto con la banda terrorista. ¿Cuándo se produjo semejante acontecimiento? Bildu y ETA, de momento, siguen asociados. No es un prejuicio; ni una sensación. Se trata de una constatación de los hechos.
Y como ETA, aunque silente pero intimidatoria, sigue tras el telón, tan arriesgado es crear expectativas sin base sobre el fin de la pesadilla como dejar a ex ediles sin escolta y sin una explicación tranquilizadora. Está ocurriendo estos días. Ex concejales de los partidos tradicionalmente amenazados (socialistas y populares) han recibido una llamada telefónica de un funcionario comunicándoles que se quedan sin protección a partir del uno de septiembre. Sin más. Por decisión del Ministerio del Interior. Pero los afectados ignoran las causas. ¿Es por economizar gastos? ¿Acaso ya no corren peligro? Si se trata de esta segunda razón, ¿no sería conveniente explicar mejor los motivos cuando se trata de una situación que afecta a su seguridad personal?
Los afectados no ocultan su preocupación mientras oyen a Rubalcaba decir que es importante, en estos tiempos, no meter la pata.+
Tonia Etxarri, EL CORREO, 15/8/11