Hugo Marugán-El Debate
- El primer ministro ha pasado a la historia tras caer vía moción de confianza, pero esta derrota podría convertirse en una victoria en el triunfo
François Bayrou ya ha entrado en la historia de Francia al convertirse en el primer mandatario en la historia de la V República que cae en virtud del artículo 49.1 de la Constitución. Es decir, al no superar una moción de confianza. Desde 1958 –fecha de instauración de la V República– este procedimiento se había utilizado hasta en 41 ocasiones, pero el líder del Ejecutivo siempre había obtenido los votos necesarios para superarla. Hasta ahora.
Bayrou, que llegó al poder el pasado mes de diciembre después de la censura a su predecesor, Michel Barnier, es un veterano político, demócrata y cristiano, que lleva más de 40 años entre las intrigas de la diplomacia gala. Alcalde de la localidad de Pau ininterrumpidamente desde 1982, en el año 2007 creó el Movimiento Democrático (MoDem), una formación que buscaba ejercer de bisagra entre la derecha y la izquierda.
Esa idea llegó a su cúspide una década después, en el 2017, cuando sus votos fueron decisivos para llevar a Emmanuel Macron al Elíseo. Desde entonces, el actual presidente de la República se sintió en deuda con el político centrista. Una deuda que finalmente resolvió el año pasado, cuando le eligió para liderar al Ejecutivo.
Pero era una manzana envenenada. Con la composición actual de la Asamblea Nacional, dividida en tres grupos (macronistas, izquierda y lepenistas), el bloqueo político puede a cualquier mandatario. Bayrou se tiró meses sin capacidad real de gobernar, superando mociones de censura gracias a la abstención de las fuerzas de Marine Le Pen. Cuando el pasado mes de julio decidió afrontar de cara el gran problema que enfrenta Francia, su billonaria deuda, los partidos de la oposición se le echaron encima.
Desde el primer momento se esperaba que el plan de ajuste presupuestario de Bayrou no llegara a buen puerto. Con el rechazo de La Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon y del Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen, no tenía los votos suficientes para aprobarla. Pero eso, en principio, tendría que haber sido en octubre. Lo que nadie se esperaba es que Bayrou hiciese uso del artículo 49.1 de la Constitución para convocar una moción de confianza este 8 de septiembre y adelantar su caída.
En las dos semanas de margen que ha tenido entre que anunció la moción y esta ha tenido lugar, Bayrou ha recibido en Matignon a los líderes de las principales formaciones políticas para ver si se producía el milagro, pero sus escasas concesiones no han sido suficientes. Las fuerzas a la derecha del hemiciclo le demandan recortar aún más los gastos públicos, mientras que las de la izquierda le exigen que esos recortes afecten más a las grandes fortunas.
Sea como fuere, Bayrou se condenó a caer. ¿Por qué ha precipitado este movimiento? Su reputación actual está por los suelos. Según una encuesta de Le Figaro, apenas el 17 % de los franceses le aprueban, lo que le convierte en el primer ministro menos querido en la historia de la V República. Haber prolongado su estancia en el poder seguramente habría agudizado ese sentimiento de rechazo, mientras que él espera que, con su caída de hoy, pase a la historia como alguien que luchó hasta el final por el futuro de su país. «El destino de Francia está amenazado por una deuda que nos sumerge. Si queremos salvar el barco, debemos actuar sin demora, solo requiere la movilización de todos y un esfuerzo moderado de cada uno. La mayoría de ustedes pensó que esta moción era irrazonable, un riesgo demasiado grande, pero yo pienso exactamente lo contrario. El mayor riesgo fue no correrlo, dejar que las cosas siguieran sin cambiar nada», ha afirmado en su discurso de despedida en la Asamblea Nacional.
Bayrou, seguramente, nunca esperó mantenerse demasiado tiempo en el poder. Y, para muestra, su decisión de no dimitir de sus funciones como alcalde en Pau. Con la Asamblea Nacional en un profundo bloqueo político, su capacidad de actuación era limitada. De esta manera, él se va como alguien que intentó mejorar a Francia mientras deja que el resto de formaciones se sigan desgastando en el callejón sin salida que es la política francesa.
Y, en el horizonte, las elecciones presidenciales de 2027. Aunque el Reagrupamiento Nacional parte con clara ventaja, Bayrou espera que, con Macron fuera de juego, logre agrupar un número de votantes que le abran las puertas del Elíseo. Parece difícil después de estos meses suyos en Matignon, pero Bayrou, precipitando su caída, se ha abierto un salvoconducto con el que llegar vivo a 2027. A veces retroceder un paso es ganar dos.