TONIA ETXARRI-EL CORREO

La de ayer no fue una sesión parlamentaria como la que habían protagonizado Pedro Sánchez y Núñez Feijóo la pasada semana, en el Senado. Un debate del que los socialistas salieron tan contentos mientras los populares siguen celebrando aquel ‘cara a cara’ porque, según ellos, su líder dejó ‘KO’ al presidente «faltón». El CIS terció ayer con una de sus encuestas ‘flash’ para decir que ganó Sánchez en aquel careo que, por cierto, suscitó tan poco interés entre los espectadores de televisión. Que gane al menos una encuesta ya que el resto de sondeos en intención de voto le auguran un negro futuro, debió pensar Tezanos.

Y como, en efecto, en este interregno las encuestas siguen hablando, Sánchez, con o sin Feijóo delante, sigue atacando a la oposición. Es su estrategia para intentar revertir los sondeos. Fiel a su proceso de ‘podemización’, se ha situado en el extremo de la izquierda populista en donde intenta sacar cabeza tres veces al día la vicepresidenta Yolanda Díaz. Hoy por hoy, Sánchez ha renunciado a ganar las elecciones por el centro. Que es una forma de admitir que ese espacio lo ha ocupado el PP de Feijóo en menos que canta un gallo.

Resulta «impropio de la primera autoridad ejecutiva de un Estado democrático», decía el editorial de este periódico, que el presidente del Gobierno haya llegado a decir que «si Botín y Galán protestan, es que vamos en la buena dirección». En efecto, es impropio, por populista y escorado. Ayer lo volvió a hacer en el Congreso. En la sesión de control. Con Feijóo ausente porque no es diputado. Situó al PP junto a los poderosos. Lo había ensayado horas antes en su entrevista en TVE. Y quizá porque no fue vista por una nutrida audiencia (tan sólo el 5,9% de cuota de pantalla) volvió a insistir en el Congreso: «El dinero tiene mucho poder, pero más lo tiene la mayoría social». ¿A qué mayoría se estaba refiriendo? ¿A la de la calle o a la de las urnas? La oposición creyó entender una amenaza de ruido en las calles. A la de las urnas no podía referirse porque los sondeos de intención de voto le dicen que va perdiendo esa mayoría que el PSOE, por cierto, no ha tenido en los últimos años. El caso es que el PSOE sigue trazando una línea entre dos bloques. Y él se sitúa del lado de los vulnerables. Al PP le ubica con los empresarios, con los que generan empleo y riqueza. Y Podemos asiente mientras busca cómo recuperarse del batacazo que le auguran los sondeos. ERC le acusa de ser un flojo y de no consensuar sus propuestas. Pero el presidente del «gobierno de la gente» emplea con su socio independentista el guante de seda del que se desprende para exhibir su mano de hierro sobre todo con el PP, ahora que Vox está algo descuadrado del debate. La escasa audiencia en la tele refleja la desafección de la gente; las encuestas, su hartazgo. El país se empobrece y el Gobierno insulta a todo aquel que le critica. Y el Congreso sin recuperar su papel de institución de control al Gobierno. No vamos bien.