Ramón Pérez-Maura-ABC
Vivimos en el tiempo de la propaganda y la intoxicación. Toda la acción política se guía por ese criterio
Camaradería falangista es lo que impuso ayer en su primera rueda de prensa el presidente del Gobierno. Se dirigió a los representantes de todos los medios tuteándolos, como hacían los falangistas en la dictadura. «Camarada, tú sabes que…». Yo no dudo que haya periodistas con los que Sánchez haya adquirido tanta confianza como para tutearlos -allá ellos, con lo que eso implica-, pero no me creo que tenga ese grado de proximidad con todos los representantes de los medios de comunicación que asisten a sus ruedas de Prensa. Eso es simplemente inverosímil. Confieso que ayer eché en falta el que uno de los periodistas que preguntaron al presidente del Gobierno empezara su cuestión diciendo «Oye Pedro, ¿qué vas a hacer con…?». Nadie poría criticarle por faltar al respeto del jefe del Gobierno. Es Sánchez quien promueve el igualitarismo radical -y equivocado. Él es el que falta al respeto a sus interlocutores.
Aunque no lo parezca, probablemente la medida más relevante de las anunciadas ayer no fue ninguna de las cinco «transformaciones» que según Sánchez el nuevo Gobierno de coalición va a intentar implantar en España «sin un momento de descanso». Ni siquiera su anuncio -sin ruborizarse- de que no respeta ni al Tribunal Supremo ni a la Junta Electoral Central porque para él Quim Torra sigue siendo presidente de la Generalidad de Cataluña. Yo creo que lo más relevante del primer Consejo de Ministros en martes fue el anuncio de que «la cita recurrente de estos últimos años» del Consejo de Ministros en viernes, a partir de ahora va a ser siempre en martes. Quizá Sánchez podría haber aclarado qué entiende por «estos últimos años», porque el Consejo de Ministros viene siendo en viernes al menos desde la Segunda República Española.
Como hemos visto a lo largo de los últimos diecinueve meses, la conferencia de Prensa del Consejo de Ministros que hasta junio de 2018 había sido siempre un acto sobrio de información de las decisiones del Gobierno, ha pasado a ser un acto de agitación y propaganda, en el que se vierten más opiniones políticas y partidistas que informaciones objetivas. Esas ruedas de Prensa de la felizmente jubilada ministra Celaá tenían el inconveniente de llegar cuando los españoles estaban más pendientes de su fin de semana que de lo que Celaá y Sánchez intentaban inculcar. Y el fin de semana la atención se relaja mucho. Las tertulias radiofónicas de los sábados tienen menos impacto, ése es el día de la semana en que los diarios venden menos ejemplares en papel y tienen menos lectores en la red… No, esto no les vale.
Así que ahora vamos a cambiar toda la estructura del Estado, el día en que los Ministerios hacen balance semanal, el día que se reúnen los subsecretarios para preparar el Consejo de Ministros y el día en que se reúne el propio Consejo. Ahora será los martes para que la acción propagandística pueda estirarse en los medios afines a lo largo de toda la semana. Vivimos en el tiempo de la propaganda y la intoxicación. Toda la acción política se guía por ese criterio. Y después, hay que exhibir al presidente de forma muy controlada. En este primer Consejo de Ministros aceptó preguntas de los medios de comunicación durante apenas media hora. A buena parte de ellas contestó con palabras, sonidos y gestos, pero no contestó a lo que se le había preguntado. No paramos de mejorar.