Gorka Angulo-El Correo

  • Es posible que en 2027, cuando se marchará Macron, el frente republicano contra Le Pen no funcione como el 7 de julio

Los resultados de las legislativas dejan a Francia en la situación más complicada desde la instauración de la V República. El sistema de la Constitución de 1958 se diseñó para superar la preeminencia parlamentaria en la IV República que, entre 1947 y 1958, tuvo 24 gobiernos. En 66 años se ha mantenido una estabilidad beneficiosa para el sistema, solo cuestionada por las cohabitaciones en 1986, 1993 y 1997, con los neogaullistas Chirac y Balladur y el socialista Jospin como primeros ministros, que no sirvieron para impulsar con éxito sus candidaturas desde Matignon al Elíseo.

Las urnas del 7 de julio han dejado tres grandes bloques sin números para gobernar, y entre el sudoku parlamentario, la falta de cultura de coalición y un presidente que no es ni de izquierdas ni de derechas (más bien bonapartista ‘light’), el país vecino acentúa esa sensación de ‘déclinisme’, en la que creen firmemente dos de cada tres franceses, y que podía terminar en debacle.

El primer problema sigue siendo la ultraderechista Reagrupación Nacional (RN), cuya llegada al poder solo se retrasa. Que nadie dé por derrotada a la RN de Marine Le Pen y Jordan Bardella, como siempre con más protagonismo mediático que institucional, y perfilado ya como el líder de la oposición. Para empezar, es el primer partido de Francia en votos (8,7 millones) y diputados (143). Un dato muy a tener en cuenta para las próximas elecciones presidenciales en 2027 con una sola circunscripción electoral.

El 7 de julio se votaba en 501 circunscripciones (76 eligieron en primera vuelta), en algunas de las cuales los candidatos de RN han visto esfumarse sus escaños por un margen muy estrecho, entre 200 y 900 papeletas, por acción del frente republicano psicológico o electoral que actuó como dique de contención, con la solidaridad de votantes de izquierdas a candidatos de la derecha democrática o de electores de derechas a candidatos de izquierda moderada. Los grandes beneficiados han sido el Partido Socialista (PS), que ha pasado de 31 a 69 escaños, y Los Republicanos (LR), que mantienen el tipo con 63 diputados (dos más) en medio de una profunda crisis que les condenaba a humillantes mínimos históricos.

Estos resultados son importantes en ambos casos, porque permiten a socialistas y neogaullistas, fundamentales en el sistema de partidos, afrontar con optimismo y a corto plazo, de cara a la era post Macron, procesos de relanzamiento o refundación para hacer frente a los extremistas de izquierda y derecha, o a la artificialidad y precariedad de los grupos que apoyan al presidente.

En segundo lugar, siguiendo con RN, su campaña ha estado plagada de errores con avisos de lo que espera a Francia y Europa con los frentistas gobernando. En Francia ofrecen más de lo mismo con barniz moderado y candidatos que parecían cooptados en cástings al estilo de Forza Italia de Silvio Berlusconi. Bardella llamaba «ovejas negras» a 28 bocazas sin complejos con un pasado impresentable por sus declaraciones y/ o acciones conspiranoicas, ‘putinescas’ o fachas. De cara a Europa, ya no hablan de ‘Frexit’ o salida del euro, pero piden algo así como el ‘cheque británico’ de Margaret Thatcher en los consejos europeos de Dublín (1979) y Fontainebleau (1984), para reducir las aportaciones a las arcas comunitarias, propuesta que cuestiona el papel francés en la UE.

Macron, amparado por la Constitución, parece que ha decidido que lo urgente es esperar: mejor inaugurar los Juegos Olímpicos y después nombrar primer ministro entre tres grandes opciones: gobierno de izquierdas en minoría, amplia coalición republicana o un Parlamento ‘colgado’ que supondría volver a las urnas en 2025. La estrategia del presidente resumida en su carta a los franceses, publicada por algunos diarios, es poner a un socialista al frente del ejecutivo para romper el Nuevo Frente Popular. Calculadora en mano, Macron sabe que puede gobernar sumando al PS los votos de la coalición gubernamental y el apoyo externo puntual de LR.

Emmanuel Macron es un auténtico bluf para Francia y Europa. En 2017, en la campaña de las presidenciales, se presentó con su partido ficticio en un libro, ‘Revolución’, donde aparecía como la tercera vía al neoliberalismo y el populismo. Todo ha quedado en la vía muerta sin aprovechar su liderazgo europeo por la ausencia de Angela Merkel, con proyectos continentales fallidos y una pesada herencia doméstica marcada por el incremento del déficit, la deuda, el gasto y los impuestos, además de la reducción del poder adquisitivo de las clases medias y la Francia profunda. Macron se marcha en 2027 y hasta entonces el país está condenado a una larga carrera hacia el Elíseo, con la mala noticia de que posiblemente el frente republicano no funcione como en 2002 o el 7 de julio.