IÑAKI UNZUETA-EL CORREO

  • Un hito de la represión estalinista fue la Gran Hambruna de Ucrania, con diez millones de muertos. Putin es fiel heredero de Stalin

Tres años después de su inauguración, 444 inquilinos de la Casa habían sido fusilados, y centenares, condenados a trabajos forzados. La represión estalinista tuvo cuatro hitos fundamentales. En primer lugar, la Gran Hambruna de Ucrania, que provocó 10 millones de muertos cuando Moscú fijó la cantidad de productos agrícolas y cárnicos que cada pueblo debía entregar al Estado. La gente comía hierba, gatos, gusanos y en ocasiones hasta a sus propios hijos. El objetivo de Stalin era, como dice Kapuściński, «salvar un Imperio que no podía existir sin Ucrania (…). Y, por ello, el campesinado que se había convertido en el depositario del espíritu nacional ucraniano debía ser destruido».

En segundo lugar, en la etapa heroica de la Revolución el lema-guía fue el siguiente: «Si es necesario existe, si no lo es será destruido». Este periodo fue concebido para establecer las bases económicas del socialismo y proceder a la destrucción de los enemigos de clase. El primer Plan Quinquenal (1928-1932) tenía dos patas: industrialización y colectivización. La industrialización iba a depender de los trabajos forzados de millones de personas y la colectivización, de la destrucción de las familias tradicionales campesinas. Además, los enemigos de clase eran sometidos a lo que Bujarin denominaba «violencia concentrada», que según la gravedad incluía registros, detenciones, cárcel, trabajos forzados y ejecuciones.

En tercer lugar, la represión se dirigió hacia la propia élite del PCUS. El asesinato de Kirov, un funcionario medio, ejerció como detonante de una purga que duró años y se llevó a miles de cargos del partido. En la moralidad estaliniana el acto equivalía al pensamiento, lo objetivo era inseparable de lo subjetivo, los pensamientos perniciosos eran la prueba de culpabilidad de los criminales. Como señala Slezkine en ‘La casa eterna’, «cualquiera que estuviese ya en la cárcel era culpable con independencia de sus creencias particulares. Cualquiera que siguiera en la Casa del Gobierno era sospechoso porque no se podía confiar en nadie».

Finalmente, la represión se dirigió hacia los responsables del incumplimiento de los objetivos señalados por el partido. Lenin había fallecido y habían llegado a una tierra prometida que no tenía leche ni miel. El comunismo es una forma de milenarismo, una solución histórica de salvación que opera a través de un acontecimiento providencial: el advenimiento de la profecía. Merton distinguía entre 1) las profecías que se autocumplen: una definición falsa de la situación genera una conducta que la vuelve verdadera (el rumor sobre la insolvencia de un banco saneado lo lleva a la quiebra) y 2) las profecías que se autoniegan: una definición cierta de la situación origina una conducta que niega la definición original (las previsiones de Malthus sobre la progresión geométrica de la población y la progresión aritmética de los alimentos hicieron que se tomaran acciones correctoras para que no se cumplieran). Según lo anterior, la profecía marxista era cierta y acabó destruida.

Lamo de Espinosa discrepa de Merton para señalar que 1) la profecía puede ser falsa y 2) las acciones subsiguientes, confirmar su autonegación. Esto es lo que pudo ocurrir con la profecía marxista, las tesis del valor trabajo y del creciente empobrecimiento eran falsas y, además, las acciones posteriores (inmovilismo y aparición de la figura del ‘gorrón’) provocaron su autonegación.

En la Unión Soviética los libros no pasaron la prueba de la vida, ni la vida la prueba de los libros. La farsa recorre la médula de una sociedad cuando existe disonancia entre vivir y pensar, cuando una mayoría ni piensa como vive, ni vive como piensa. Kapuściński señalaba que, después de décadas de comunismo, la libertad de pensamiento en Rusia se había convertido en libertad de actuar y de matar. Modalidad de libertad que, según el escritor bielorruso Filipenko, ha adoptado Putin, fiel heredero de Stalin, piensa y actúa como él.