La Cataluña de Más

EL BLOG DE SANTIAGO GONZÁLEZ  21/12/13

En una televisión rigurosamente local, 8tv, periodistas que hacían juego entre sí interrogaron -y a ratos afearon su conducta- el miércoles pasado a Albert Rivera. Frente al presidente de C’s se alinearon: Pilar Rahola, qué gran verdulera en el mercado de la Boquería. Cada vez que sale en la tele ésta exuda un olor a repollo hervido que traspasa las pantallas y esparce por las salas de estar de media España un aroma muy años 50. Junto a ella, José Antich y Rafael Nadal, penúltimos directores de La Vanguardia y El Periódico, respectivamente. Con ellos también formaba el moderador, que echaba una mano al equipo atacante, según lo recomendara la coyuntura. Cuní recordaba el chiste de Gila: «El otro día cuando salía del teatro con mi mujer, vimos que tres grandullones estaban danzo una paliza un pobre chiquitín. Me meto, no me meto. «No te metas, que te pierdes», me decía mi mujer. Al final me metí. ¡Qué paliza le pegamos entre los cuatro».

El problema añadido es que a estos cuatro se les escapó viva la pieza. Hubo grandes momentos, como la intervención inicial de Nadal, una soflama apasionada y colérica, que arrancó recordando a Rivera que su partido obtuvo en las últimas autonómicas un 7,5% de los votos, una minoría muy minoritaria, frente al 80% que es partidaria de la autodeterminación, lo que le sirvió para bautizar a este 80% como ‘bloque democrático’. Calificó de estrambótica la posición de Rivera (volvería a hacerlo más adelante). Al final de su arenga, preguntó Rivera: «¿Y la pregunta?»

«No se porten como en una televisión española», riñó el pobre Cuní, sin reparar en que él era el hecho diferencial, el único de los presentes que no sería invitado a ninguna televisión de ámbito nacional.

Rahola sí preguntó, pero no parecía interesada en las respuestas, porque apenas empezaba a responderla Rivera, ella fraseaba, impidiendo sus repuestas. Comparó a su interrogado de con los Primo de Rivera, padre e hijo y lo tildó de ‘antimoderno’. Olor a berza. Antich estuvo más contenido y melancólico, cosa natural si se tiene en cuenta que su postoperatorio en La Vanguardia es muy reciente.

Al final, Cuní, policía bueno, pese a todo, tuvo un detalle de colegueo al final  del interrogatorio: «chaval, has aguantado con dos cojones» (Gracias por su paciencia, que seguramente ha sido superior a la de otras veces).